Pablo Nieto
Basado en el discreto film francés “El Secreto de Anthony Zimmer” dirigido por Jérôme Salle en 2005, “The Tourist” es una propuesta artificial y sin alma, construida a base de nombres y talonario, confiando que el cocktail resultante fuera irresistible. Y si bien, su consumo ha sido masivo, esta mezcla de bebidas de alta graduación, no tiene un bouquet nada satisfactorio. La formula parecía infalible: Angelina Jolie y Johnny Depp como protagonistas, París y Venecia como transfondo romántico, las similitudes argumentales con la mítica “Charada”, y en la dirección el talento alemán Florian Henckel von Donnersmarck, quien deslumbró con su debut en “La Vida de los Otros”. Sin embargo el cuento de hadas se desmorona desde el primer encuentro de la pareja protagonista; sin chispa, en niveles interpretativos diferentes, uno aún con los ticks de Jack Sparrow y la otra con esos aires de diva irresistible que la hacen casi insoportable, la dirección de Henckel se limita a colocar la cámara y ceder el protagonismo a la segunda y tercera unidad con sus planos aéreos de Venecia y el seguimiento de las secuencias de acción.
La película no pasa de ser un entretenimiento fugaz poco creíble, algo así, como las palabras de Henckel defendiendo la elección de James Newton Howard para elaborar la partitura. Un compositor del que se proclama admirador y al que señala como el hombre idóneo para elaborar la música del film, aunque no fuera el elegido en un primer momento, dado que como ya ocurriera con “La Vida de los Otros”, el director contó con su amigo Gabriel Yared para esos menesteres. El compositor de origen libanés tan pronto compuso y grabó el score, fue despedido, algo que parece la tónica habitual en su carrera en su relación con Hollywood desde el affaire de “Troya”. Un despido que las malas lenguas atribuyen al veto que el compositor tiene en Hollywood, pero que quizás pudo haberse debido a la necesidad de modificar por completo el montaje del film en post-producción, de ahí la llamada a última ahora de Newton Howard. Quizás esa pueda ser una justificación plausible de su irregular propuesta musical para el filme, continuando, por otro lado, con la tónica insípida y falta de creatividad de las últimas composiciones cinematográficas del otrora gran referente mundial de la banda sonora.
La partitura de Howard gira en torno a un omnipresente tema de amor con el que se trata de maquillar la inexistencia de Keeling entre la pareja protagonista, dotando a la trama de un romanticismo forzado que alcanza su cenit con el corte de “Elise & Alexander” con el que se cierra la cinta, motivo que será previamente presentado en la accidentada pero glamourosa llegada a Venecia a través de temas como “Elise Offer a Ride” o “A Very Nice Kiss”. Piezas de gran sensibilidad y elegancia que son construidas sobre los cánones del vals, con las cuerdas flotando sobre las mandolinas y el acordeón, con una melodía italianizada cuya originalidad queda entredicho enchuchando el corte “Dance in F”, una pieza de Yared salvada de la quema, que curiosamente se trata de un vals utilizado como música diegética en el baile final, donde el libanés desarrolla con su habitual sutileza el tema de amor de la pareja. En ese corte también está el bandoneón, la mandolina y unas cuerdas que nos retrotraen a la excelente “El Talento de Mr.Ripley”.
El resto de la partitura tampoco aporta novedades importantes. De este modo para la investigación y el seguimiento de la Interpol al personaje de Elise, se visitan lugares comunes de la comedia de acción ligera: un soft jazz con un molesto aire funky que el compositor ya desarrolló en otro fiasco fílmico, “Duplicity”, y que podemos escuchar en el arranque de la película durante las secuencias de transición de Paris a Venecia (“Tracking Elise”, “Burning Letter” o “Arriving at Venice”). Sobre esa idea se construye el ostinato de cuerdas, apoyado en una base percusiva más intensa y en la aparatosidad de la orquesta, que presenta los prescindibles e insulsos cortes de acción de la cinta. “Rooftop Run”, “Chase Throught the Channels”, “Sudden Departure” y “The Janus Safe”, son pasajes rutinarios en los que Howard cumple, pero no destaca; un ejemplo del excesivo encorsetamiento del compositor, quien sólo hace amagos de repuntar en la soledad del piano y las cuerdas contenidas entrelazadas del corte “Because I Kissed You”, que sirve de precedente a una interesante variación del tema de amor en “A Very Nice Hotel”, al elegante preludio del baile a ritmo de vals en “Arriving at the Ballot” o al adagio final “A Rain of Bullets”. Por supuesto, el previsible epílogo acude, de nuevo, al uso de mandolinas y acordeón (“A Very Nice Dinner”, “Personal Cheque”), cuya evocación de esa Venecia bohemia y encantadora, no es más que una fina capa de maquillaje con la que se trata de ocultar el millonario, a la par que insatisfactorio, viaje en esta lujosa góndola, que hace aguas por doquier, llamada “The Tourist”.
31-enero-2011
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