José-Vidal Rodriguez
1982 será recordado, dentro de la carrera del maestro Jerry Goldsmith, como uno de los años más inspirados y apreciados por el aficionado dentro de la vasta filmografía del compositor. Títulos de indudable interés tales como “The Secret of NIMH” o “Night Crossing”, sin olvidar esa obra maestra del terror moderno llamada “Poltergeist”, jalonan un comienzo de década de indudable brillantez, ratificada por trabajos inmediatamente posteriores de una sobresaliente trascendencia (“Under Fire”). En aquel mismo año, Goldsmith aceptaba poner música a un filme de acción que supondría la apertura de una de las sagas más recordadas de los 80, recientemente revisitada por su protagonista Sylvester Stallone con resultados paupérrimos.
Y es que “First Blood” abre la franquicia del popular personaje de John Rambo, ex combatiente del Vietnam defenestrado por la insensibilidad de un pueblo americano que trata a sus veteranos como reliquias de un pasado oscuro, enterrando los restos de una guerra maldita en la que la derrota no era una opción para un país como los EEUU. El resultado de este primer filme, le otorga cierta enjundia en el género (infinitamente más interesante que sus posteriores secuelas), aun cuando el trasfondo moralista que Ted Kotcheff quería imprimir a la historia, no es sino un burdo disfraz con el que esconder el verdadero carácter de cinta de acción desenfrenada.
Si bien aquella “moralina” del cineasta no está suficientemente perfilada en el filme, no es menos cierto que dicha mirada de refilón al desprecio de la sociedad yanqui hacia los derrotados en Vietnam, así como la soledad y desamparo de un personaje sin respuestas llamado a entrar en estado de locura permanente, encuentran su traducción musical en una imponente banda sonora de Jerry Goldsmith, con el equilibrio como virtud esencial de la misma. Lo que Kotcheff no logra con su superficial y tramposa mirada del veterano soldado, es por el contrario conseguido a través del tema más importante del score, “It´s A Long Road”. Concebida inicialmente como una pieza puramente orquestal (corte 18), decisiones de última hora obligaron al compositor a reconducirla a su versión vocal, con texto de Hal Shaper (letrista de artistas como Matt Monro, Doris Day o Brenda Lee) e interpretada por el semidesconocido Dan Hill. Una adaptación ésta que, dentro del ámbito de las soundtracks, adquirió gran popularidad desde su aparición.
La melodía base de la misma, que a la postre no es sino el leitmotiv aplicado a la vertiente “humana” del personaje de Stallone, descansa sobre una atrayente sensación de amarga nostalgia, en la que una ligera instrumentación folk (“Home Coming”) ayuda además a focalizar la trama en el pequeño pueblo de Oregón donde Rambo encuentra una segunda guerra que dirimir. La pericia del autor armonizando el motivo, dotándole a lo largo del score de una notable maleabilidad (uno de los signos de distinción del mejor Goldsmith), permite que esta presentación bucólica y reflexiva, termine por explotar en instantes de puro heroísmo, justo cuando la trama presenta al protagonista como víctima en lugar de agresor. No obstante, el californiano es consciente de que la música es prácticamente el único vehiculo en este filme para intentar sugerir algunos aspectos del guión que llaman a la reflexión, por lo que desarrolla una segunda idea asociándola al desamparo y falta de ubicación. Para ello, acude a un recurso previsible, pero tremendamente efectivo: a través del empleo de dos trompetas, Goldsmith crea una frase que remite, no sólo a los recuerdos de Rambo por los compañeros caídos, sino a la situación actual de aislamiento e incomprensión que encuentra en su regreso (“My Town“), idea que intercala con frecuencia y con la que Goldsmith realza, además, el epílogo agridulce de la película en el arranque del corte “It´s A Long Road (Instrumental)“.
Siendo el equilibrio temático el principal acierto del trabajo, resulta estimulante atender a la excelente fusión del anterior material (el que “humaniza” al personaje), con otro donde los pasajes se destinan, puramente, a resaltar la acción, presentando a Rambo como un perro de presa sediento de venganza. Respecto a este último bloque, que Goldsmith resuelve con su habitual solvencia y energía, destacar cómo el tratamiento de la violencia en “First Blood” es resuelto de forma menos explosiva y “adrenalítica” que en sus posteriores secuelas ”Rambo“ y ”Rambo 3” , trabajos muy por encima de la insustancial aportación de Brian Tyler a la saga. La intención del autor, a través de esta contención de formas, es clara: mantener el balance entre el hombre solitario en busca de redención y la bestia guerrera que renace víctima de las circunstancias (una ambivalencia que en las secuelas ya no existiría). De esta forma, Goldsmith hace prevalecer una célula rítmica al sintetizador introducida en el arranque de la cinta (los inicios de “A Head Start” y “Hanging On”), que aporta más dinamismo que contundencia, utilizando a partir de ese punto una instrumentación que aplicada al tema de Rambo, no sólo consigue que éste se desarrolle hacia terrenos en clave heroica (el brillante “The Razor”), sino que contribuye a la creación de atmósferas de suspense y tensión francamente logradas, con el “Mountain Hunt” como corte más interesante en este sentido, junto al asfixiante "The Tunnel".
Curioso resulta el peregrinaje de ediciones en la que se ha visto envuelta la presente partitura. El primer CD en ver la luz fue el editado en 1988 por el sello Intrada, añadiendo un tema adicional al tracklist del LP aparecido en su momento. Una década más tarde, sería Varese Sarabande la encargada de hacerse con los derechos de publicación de un nuevo CD que, inexplicablemente, contenía idéntico tracklist que el anterior, sin mejorar además un sonido que sufría de varias imperfecciones en los masters. En otra vuelta de tuerca de Intrada (quizás la discográfica mejor posicionada en la actualidad), este doble compacto recoge la integridad de la partitura escrita, varios bonus tracks recuperados (atención al curioso trailer para la segunda parte de la saga, creado un año antes de su estreno), así como otra “innecesaria” inclusión del material ya grabado en el LP original, “relleno” éste convertido en práctica comercial intolerable para justificar un incremento en el precio de venta. Y es que la verdadera virtud de esta edición completa, aparte del material inédito incorporado, es la impecable remasterización del score, con la que se logra ofertar una calidad de sonido sencillamente ejemplar, máxime tratándose de una grabación de 1982 que nadie antes (incluida la propia Intrada) había sabido o podido presentar en su plenitud de matices.
En definitiva, “First Blood” es un score inteligente, que destila sobriedad en esa mezcla de amargura y belicismo que Goldsmith conjuga a la perfección mediante la interacción y armonización de los diferentes leitmotivs de la obra. Su encaje en la imagen, junto con las sensaciones que logra arrancar “subsanando” de algún modo un guión muy mejorable, convierten la obra en un ejercicio músico-cinematográfico a reivindicar sin paliativos, nacido además del talento de un autor que por aquel entonces atravesaba sin duda una segunda juventud creativa.
24-enero-2011
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