Frederic Torres
La de “Patton” es una de esas partituras que (en este caso merecidamente) han pasado a formar parte del acervo cultural popular, de modo que cuando posteriormente en cualquier película (“Toy Story”, o en las propias- dado que también son partituras de Goldsmith- “The Burbs” o “Small Soldiers”) o serie televisiva (“The Simpsons”) se la ha citado sin mencionarla explícitamente es porque se sabe que se puede contar con la complicidad del espectador dado que este va a reconocerla perfectamente sin necesidad de indicación alguna. Dicha popularidad no es ajena, claro está, al éxito tanto artístico (7 Oscar en el año de su producción, 1970), como comercial (el film, pese a sus casi tres horas de duración, cosechó una estupenda recaudación en taquilla), pero sí es novedoso y bastante significativo que, al igual que ya ocurriera con el anterior e innovador proyecto entre los mismos artífices (Franklin J. Schaffner y Jerry Goldsmith) de esta biografía del conocido general norteamericano, el ya también clásico “The Planet of the Apes”, se insistiera en la combinación de aspectos musicales absolutamente convencionales (como los que se derivan de las fáciles estructuras repetitivas y simplonas de una marcha militar) y la utilización de técnicas contemporáneas de una acusada modernidad (el extraordinario e inventivo uso del echoplex, aparato utilizado hasta ese momento en el ámbito pop-rock), obteniendo un impecable resultado cinematográfico toda vez que un impacto mediático realmente sorprendente.
Visto en perspectiva, todo encaja en el tratamiento musical de película y personaje. Los dos principales aspectos que destacan del mismo (recreados magníficamente por George C. Scott), su carácter religioso y su vocación militar (que recuerdan el monje-guerrero medieval), se funden espléndidamente a través de un sencillo (por sabio) uso de la orquestación superponiendo el órgano, como representante del aspecto espiritual, sobre la marcha militar que, obviamente, simboliza el lado marcial del controvertido protagonista (sus chocantes modos y maneras, con directas dedicatorias de groseros epítetos dedicados al enemigo –“bastardos”, “hijos de puta”, etc.,- así como por sus cuestionables métodos –bofetada al soldado herido en campaña acobardado por tener que volver al frente de guerra-). En un primer momento puede parecer una solución simple, pero lo es sólo cuando se ha llegado a cierto nivel de entendimiento sobre el mecanismo por el cual se sabe cómo las imágenes y la música se relacionan simbióticamente formando un “todo” homogéneo absolutamente indesligable. Es el caso del “Main Title”, que tras la introducción inicial presentando el uso del echoplex (consistente en la creación en el estudio de un efecto de eco o rebote musical -una de las grandes aportaciones de la partitura-) con la trompeta como protagonista (imitado y homenajeado, como hemos mencionado, en múltiples ocasiones –el propio Goldsmith lo volverá a utilizar magistralmente en su portentosa partitura para “Alien”-), que sirve a la perfección para describir el desolador paisaje que la devastación de la guerra suele acarrear (el film se inicia con el saqueo de los restos de los combatientes muertos tras la batalla, cual buitres –también literalmente presentes- carroñeros, por parte de la población nativa), cede su paso a la pegadiza marcha militar dedicada al protagonista exponiendo (superpuestamente en ocasiones) las características musicales comentadas. Así ocurre en “Patton March”, en “Attack”, en “German Advance”, y, en general, en el resto del bloque dedicado a la acción fílmica más puramente descriptiva.
Goldsmith es absolutamente conciso en dicha descripción musical y su partitura (en su relación fílmica) sale reforzada de ello por cuanto la mesura de sus intervenciones otorga una fuerte personalidad a sus planteamientos musicales que, de otra forma, hubieran pasado mucho más inadvertidos (especialmente las dos marchas militares protagonistas -la dedicada a Patton y al ejército alemán-, a pesar de estar dotadas de una profundidad dramática especialmente notable y alejada de la mera concesión paisajística) diluyéndose contextualmente, como en tantas otras película “de guerra”, en el entorno bélico en el que transcurre el film. Buena prueba de ello es que la partitura apenas supera el total de la media hora de música y la presente edición permite, al ofrecernos también el registro original editado en su momento (de 33.46 minutos –a los que habría que descontar los casi 5 que ocupa el discurso inicial del general norteamericano con el que se abre el film, recogido en el disco analógico-), poderlo comparar con la exposición total del score ofrecido en el primer disco de la presente edición (de 37.03 en total –eso sí, sin el mencionado discurso-) que, como se observa en la carpetilla del disco, tan solo amplía en 4 ó 5 temas inéditos (y en menos de 10 minutos) la grabación existente (alguno de ellos de características redundantes, como, por ejemplo, el pasaje titulado “The Cemetery”, prácticamente un calco del inmediatamente anterior, “The Battleground”, y seguramente, por ello mismo, excluido de aquella primera edición de vinilo).
No obstante, la edición permite observar ciertas contradicciones entre los resultados de la expresión artística y los fines comerciales. La presente recoge, tal como mandan los cánones más puristas actualmente en boga –en parte, obligadamente, al tratarse de ediciones calificadas como “limitadas”-, la sucesión de fragmentos musicales en estricto orden cronológico en relación con el devenir argumental de la película, frente a los propósitos mucho más dosificados de la primera edición comercial, que alternaba los cortes de modo que resultara más distendida la escucha combinándolos de modo meticulosamente aleatorio. Ello desvela con claridad meridiana la estructura de la partitura que en su primera parte ofrece unas componendas oscuras, de claro carácter psicológico, frente a las más descriptivas con las que avanza y concluye el film. Así, dicha primera parte llega prácticamente hasta la exacta mitad del disco, con el límite de la “Patton March”, y en ella la técnica del echoplex destaca especialmente (aunque está presente y “visible” en toda la partitura) por cuanto su empleo ofrece mayor relevancia, tanto por su inicial exposición musical al espectador/melómano, como por su mayor protagonismo ante la menor aparatosidad orquestal de esta parte de la partitura, como ocurre, por ejemplo, con el ya mencionado y hasta ahora inédito “The Cemetery” (al final del disco se nos ofrece una sesión de grabación –de 5 minutos de duración- como ilustrativo ejemplo del empleo en la partitura de dicho aparato). Pero el compositor va más allá, pues pretende una mayor definición, acentuándola, del aspecto bélico del personaje asociando el eco del echoplex, a modo de reflejo musical, con la milenaria llamada al combate que el guerrero ha sentido a lo largo de las guerras que en la Historia han sido. Con ello el compositor asocia definitivamente dicha sonoridad al personaje, definiéndolo con una precisión psicológica sutil toda vez que compleja, dado que Patton, como se ha mencionado, se consideraba él mismo la encarnación del espíritu del guerrero por excelencia. La secuencia que ilustra “The Battleground” no puede ser más representativa al respecto, pues en ella el militar estadounidense menciona admirativamente la victoria de los cartagineses en aquellas tierras, acaecida en la edad antigua, mientras Goldsmith incorpora el mencionado efecto de llamada de la trompeta militar como score de fondo. Así y todo, el compositor no se limita a emplear una y otra vez dicha técnica, sino que haciendo uso de su probada capacidad creativa consigue elevar las cotas dramáticas del film en pasajes poco agradecidos musicalmente como “The Funeral” o “The Hospital”, de tonalidades graves (especialmente la primera) y expresividad “dolorosa”, con un uso dramático de la cuerda a semejanza de las maneras de Alex North (en, por ejemplo, “Cleopatra”). El magistral (por contenido, mesurado) empleo de la percusión (timbales y caja) en combinación a dos voces con el órgano en “The First Battle” también resulta una aportación dramática brillante, así como lo acertado del uso del piano eléctrico para el también inédito “The Prayer”.
El siguiente bloque viene anticipado por “No Assignment”, una especie de preludio antes de la batalla (que de algún modo recuerda también los modos de North para ilustrar musicalmente la noche anterior al decisivo enfrentamiento entre los gladiadores rebeldes y las todo poderosas legiones romanas en “Spartacus”) que combina de manera muy efectiva los timbales, la caja, el piano, la cuerda y la madera. A partir de aquí, la mencionada “Patton March” nos introduce, echoplex mediante, en el vibrante tramo final que describe el imparable avance de las divisiones acorazadas bajo el mando del general norteamericano por los desolados parajes invernales europeos sorteando los rigores logísticos que el invierno continental provoca. “Attack” es el fragmento que mejor yuxtapone todos los elementos musicales esgrimidos construyendo una sucesión de crescendos consecutivos como consecuencia narrativa de los diversos escenarios del avance territorial comentado. Le sigue “German Advance”, que ilustra el contraataque germano al avance de las fuerzas expedicionarias del general norteamericano, conformado a modo también de marcha, conjugando la percusión y el viento e introduciendo unos pizzicatos que multiplican la tonalidad dramática y desesperada del último intento de los alemanes por detener la reconquista del suelo europeo y la propia invasión de su país. La nueva combinación de la percusión con el echoplex, más la adición de la cuerda, constituyen el dramático y vibrante punto final de la inédita “An Eloquent Man”.
La coda la ofrecen “The Payoff” y “A Change of Weather”, donde el primer fragmento muestra la marcha dedicada al protagonista con una tonalidad en piano (casi en sordina) cuya intensidad va creciendo a dos voces hasta su dramático final en la cuerda, mientras que el segundo recurre a los pizzicatos y, de nuevo al echoplex. Las evocadoras (reflexivas) trompas del “End Title” dan paso a la marcha final que, ahora sí, ortodoxamente despide el film. La edición, la tercera en cd si tenemos en cuenta la anterior a cargo de Film Score Monthly, más la regrabación bajo la batuta del mismo Goldsmith, en 1997, para el sello Varèse con la Royal Scottish National Orchestra (junto a unos cuantos temas de “Tora! Tora! Tora!”), aunque definitiva, resulta un tanto excesiva al incorporar, de nuevo, la versión ya editada comercialmente en vinilo así como en compacto, y sólo la actual (e interesada) tendencia a editar en un disco el score completo y en el otro el respectivo del vinilo comercial original, bajo esos supuestos criterios puristas, justifica dicha presentación.
Para la historia (añádasele la mayúscula si se prefiere) queda la anecdótica no consecución del Oscar correspondiente a aquel año de 1970 que, según reclamo popular (los comentarios al respecto de los aficionados, se trate o no de veteranos, han sido recurrentes y abundantes desde entonces), se le debió otorgar en detrimento de la contextual y crematística “Love Story” (debida al francés Francis Lai, que, desde luego, compuso bastantes más obras muchísimo mejores a lo largo de su extensa carrera que no ésta), derrotando, de paso, a algún ilustre como Alfred Newman que con su “Airport” despedía tanto su trayectoria vital como profesional. Como quiera que este asunto de los premios es algo que conlleva el concepto de injusticia anidado en su mismo seno y, como hemos visto en multitud de ocasiones, suele plegarse a intereses más o menos ajenos a los criterios de calidad (véase lo ocurrido también en 1986 con la derrota de la partitura de “The Mission” de Ennio Morricone frente a la adaptación jazzística llevada a cabo por Herbie Hancock en “Round Midnight”) tampoco ha de resultar cuestión que deba ir más allá de la mera ilustración sociológica. Porque en definitiva, más tarde o más temprano, la misma historia (que ya hemos invocado al inicio del párrafo) se encarga de ubicar adecuadamente a cada uno en su lugar. Como es el caso.
10-enero-2010
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