Frederic Torres
Con la edición del presente compacto se puede afirmar que el sello Kritzerland alcanza la mayoría de edad, a pesar de haber estado regularmente editando títulos de importantes compositores en una encomiable labor de recuperación de ciertos trabajos menores, satisfaciendo al aficionado más purista, excepción hecha de algún que otro disco de características más relevantes (el “Tom Jones” de John Addison, por ejemplo). Sin embargo, en esta ocasión el salto cualitativo realizado parece trascender la singularidad ocasional para instalarse definitivamente en los propósitos permanentes de la casa discográfica, a tenor de las últimas ediciones sacadas al mercado (entre ellas la notable “The Children´s Hour” de Alex North que, por fin, puede escucharse en una edición digital comercialmente digna), de las que este “Love with the Proper Stranger/A Girl Named Tamiko” es una de las más destacadas. Esperemos, pues, que se trate de la puesta de largo del sello en cuestión para militar en esa primera división de la media docena de editoras discográficas de importancia que dominan el mercado de la música de cine.
Y ello porque los dos títulos presentes en este disco, debidos al gran Elmer Bernstein, son de una calidad y relevancia incuestionables. “Love with the Proper Stranger” fue la película que tanto el compositor como su director, Robert Mulligan, abordaron inmediatamente después de su justamente laureada “To Kill a Mockingbird”; y “A Girl Named Tamiko”, la otra partitura incluida en el compacto, la que Bernstein realizó con John Sturges después de haber colaborado juntos en la legendaria “The Magnificent Seven” y justo antes de la no menos mítica “The Great Escape”, por lo que el disco reúne dos obras realmente fundamentales de uno de los períodos (sino el que más) de mayor fecundidad creativa del compositor.
Así, “Love with the Proper Stranger” goza de un pálpito romántico, articulado mediante el piano, presente desde los mismísimos títulos de crédito (“Main Title”) con un tema central de gran expresividad melódica que se constituye en el leiv-motiv de la partitura y que, por tanto, protagonizará aquellos momentos en que la pareja principal, interpretada por Natalie Wood y Steve McQueen, aparezca en pantalla (como acaece en “Departure” y “Angie´s Nocturne Part 1 and 2”). Este mismo tema nos lo presenta el disco en una versión alternativa, no utilizada en el film, que al estar interpretado por la cuerda, destila una melancolía un tanto gris y de menor claridad sonora que con la opción pianística. No obstante, este concepto expresivo, de tintes oscuros, no está ausente de la partitura que, siguiendo los agridulces avatares argumentales, sabe combinar con habilidad los momentos dramáticos (“Fifth Floor Rendezvous/The Waiting” y “Another Fifty”) con los de comedia (“Angie´s Place” y “Angie´s Place Part 2”).
Incluso aún hay hueco para encontrarnos con algún rescoldo incidental de la dinámica y reconocible música del compositor en algún que otro momento de la grabación (“The Fugitives”) antes de llegar al corte final, que incorpora insólitamente un banjo y unas campanas como motivos diegéticos (los toca, al final de la película, el personaje de Steve McQueen durante su “ocurrente” declaración de amor) en referencia a la letra de la canción adoptada por la pareja, que las cita literalmente, escuchada en la película en la voz de Jack Jones y que, desgraciadamente está ausente del presente disco, sustituida, para rellenar el hueco, por una versión del tema central que, a su vez, no aparece en la misma.
Con “A Girl Named Tamiko”, película un año anterior a la de Mulligan, nos encontramos ante un melodrama de diferentes características, puesto que el contexto argumental es bastante más exótico (la acción se desarrolla en Japón) que el paisaje urbanita y cotidiano de aquella. Una obertura poderosa de connotaciones orientales, sustentada en el metal, que funciona como tema musical del “país”, fija dicho contexto antes de dar paso al lírico tema dedicado a Tamiko (el personaje femenino protagonista interpretado por France Nuyen). La comedida insistencia en dicho exotismo y su mesurada reiteración del uso del motivo inicial, ofrece mayor protagonismo al de Tamiko, que se convertirá, omnipresente, en el leiv-motif de toda la partitura. El empleo del saxo para describir el tercer elemento en discordia de la historia, la corrupta mujer occidental (a cargo de la poco conocida Martha Hyer) que acabará despechada por el personaje de Laurence Harvey (un fotógrafo de orígenes chino-ruso!!!), se convierte en el tercer eje sobre el que el trabajo musical de Bernstein se sustenta.
Así, nos encontramos con una sucesión de variaciones líricas del tema central que, según estén ubicadas, expresan mayor o menor dramatismo, dependiendo del pintoresquismo coyuntural del argumento. “Intimate Interlude/Temple Tour” destila cierta intimismo, mientras que “Lakeside Idyll” ofrece un mayor perfil descriptivo, así como el tono lamentativo y evocador cobra protagonismo en “Lonely Vigil/Japanese Funeral Chant” y “Peaceful Aftermath Part 1 and 2”. Del mismo modo, el paisajismo alcanza un mayor relieve en el breve “Judai Festival”, en un registro iniciático y misterioso en “Dai Butsu Temple”, y en un sentido plenamente figurativo en “To the Lake”, convirtiéndose la deliciosa “Three Little Experts”, con su orquestación “miniaturista”, en la delicia exótica de la partitura. El tema “occidental”, con esos compases jazzísticos que destilan turbiedad, aparece en “Off to Shinbashi/Shinbashi Street” en todas sus intenciones “malsanas”, más dramáticamente en “The First Visit/Library Meeting/Bargain for Love” y con un ritmo oscilante de trabajada percusión (que incluye panderetas y bongos) en “Desire Depressed”.
Para las secuencias más incidentales, Bernstein despliega, siempre con el comedimiento que le caracteriza, su habitual sonido sustentado en el metal, la percusión y la cuerda, como en “The American Embassy/The Flag/Bridge to Studio” y, a pesar del bucólico solo de flauta inicial, en “Wild Ride”. Algún tema diegético como “Hi-Fi Music No. 1 and 2” y unos cuantos temas rechazados en el montaje final del film, entre ellos la versión estandarizada del tema central incluida probablemente en sustitución de la versión cantada, ausente del presente compacto, al igual que su homóloga de “Love with the Proper Stranger”, redondean una partitura en la que finalmente cabe destacar para bien, el parecido (estamos en 1962) de la coda final del motivo central del tema de Tamiko con la inmortal “Somewhere” escrita por Leonard Bernstein para “West Side Story”. Y es importante recordar la contextualización (el musical dirigido por Robert Wise se estrenó apoteósicamente en 1961) puesto que estas ediciones digitales actuales permiten, es verdad, la recuperación de grandes títulos para nuestra discoteca, pero, por ello mismo, por su presente actualidad, quedan un tanto desventajosamente desplazadas de su momento y tiempo. Aunque en algunos casos, como el presente, gracias a la calidad, dicha cuestión pueda resultarnos un tanto indiferente.
1-febrero-2010
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