Miguel Ángel Ordóñez
The Brave Little Toaster es un film de animación basado en la novela de Thomas M. Disch, escritor especializado en el campo de la ciencia-ficción. Adquiridos los derechos por Disney en 1983, un año después de su publicación, John Lasseter (principal responsable de la actual Pixar) se encargó de la supervisión de la historia bajo el manto del productor Tom Wilhite. Interesado en el proyecto, Willard Carroll, responsable del departamento encargado de buscar historias aptas para ser llevadas a la pantalla por la productora, la salida de Wilhite y Carroll en 1985 de la Disney supuso que el guión de esta historia de objetos cotidianos (tostadora, aspiradora, lámpara…) que cobran vida, fuera a parar a la productora que crearon con su marcha: Hyperion Pictures. Buscada una co-producción que incluía capital japonés, taiwanes y un mínimo desembolso de la propia Disney, que veía en ella una apuesta que no implicaba riesgo alguno de pérdida, la elección de un compositor era el paso último tras la adquisición de otro joven talento salido de la fábrica Disney, el director Jerry Rees.
Admirador declarado de la música del legendario Alfred Newman, Carroll, vió en su hijo David Newman el compositor adecuado para su ambicioso plan, máxime tras el afortunado paso de este por el corto “Frankenweenie”, bajo la dirección de Tim Burton.
David, que coincidiría con posterioridad bajo las órdenes de Carroll en su film “The Runestone” (la primera película dirigida por éste), plantea en “La tostadora valiente” una apuesta por el sinfonismo alejado de la música de cartoon. El score tiene un empaque indudable, con una gran performance por parte de la New Japan Philarmonic (se grabó en Japón como parte de la coproducción firmada), con un empleo masivo de cuerda y metal cercano en concepción a la música impresionista. Un trabajo serio y reflexivo que lamentablemente y a pesar de contar con ideas musicales asociadas, en planos diversos, a cada uno de los personajes de la trama, adolece de cierta variedad temática ajena al uso de la sección de cuerda y metal, de una difícil sustantividad propia al margen de las imágenes que acompaña y de un tema central algo mas atractivo.
Quizás sea ese el problema principal que ha llevado al mas preparado, desde un plano sinfónico, continuador de la saga Newman (junto con Thomas, Randy y el novel Joey) a no obtener el éxito que han cosechado estos (lo de Joel está aún por verse, puesto que su primer trabajo se encuentra en exceso apegado a las ideas de Thomas Newman). Salvo excepciones, “Operation Dumbo Drop”, “The Phantom”, “Hoffa”, “Mr. Destiny” o “Matilda” por no extenderme, su carrera cuenta con trabajos admirables pero con escasos temas centrales de impacto. Esto, junto a su encasillada carrera circunscrita al género de la comedia, no ha ayudado a situarle en los lugares punteros que merece.
La necesidad de trabajar en grupo como puerta al éxito de la misión que emprenden los personajes objeto de la historia, permite a Newman realizar una aproximación melancólica y lírica en los primeros compases de la edición (“Main Title”). Esta idea se mantiene en cortes como “They Decide to Go”, “Blanket Looks for a Place to Sleep” o “Out Into the World”, donde a pesar del aire nostálgico de la composición, el tono descriptivo de la música aboca a cierta rutina.
En el otro segmento de la composición encontramos la parte dinámica del score. Siempre dentro de un tono descriptivo, destacan por el empleo de trompas, percusión y cuerda “They All Wake Up”, el mejor corte de la edición, el brioso virtuosismo de “The Storm” y “Vacuum Rescues the Group” o el slapstick de “Into the City”, la cual rinde homenaje al vitalista tema central. El mismo se expone de manera definitiva en el magnífico “End Title”. Antes, las melodías asociadas a cada uno de los personajes emergen, sin apenas hilos conductores, en “Finale”, el corte más largo de la edición.
Junto a algunos diálogos y efectos de sonido que acompañan la música de Newman, el score contiene cuatro canciones de Van Dyke Parks, afamado escritor de temas para The Beach Boys, Ry Cooder o Carly Simon entre otros. Sin duda, lo peor de esta edición, canciones carentes de talento que se mueven demasiado aisladas de la temática propuesta por Newman, incluyendo un horrendo uso de la electrónica cuyo máximo exponente es la desastrosa “Cutting Edge”. Eso sí, la edición de Percepto es ejemplar incluyendo un libreto de 24 páginas que se adentra en todos los detalles del film, con información muy rigurosa.
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