Frederic Torres
Las aspiraciones del sello Kritzerland por equipararse a sus competidoras discográficas han sido más que evidentes (y legítimas, claro) desde el inicio de su actividad. Este doble disco dedicado a Neal Hefti lo confirma toda vez que intenta un salto cualitativo con una edición muy similar a las realizadas por Intrada, presentando en el primer disco el score original de la película (“How To Murder Your Wife”), dejando para el segundo la grabación original efectuada en la época, complementada con otra del mismo compositor y relacionada genérica o temáticamente con aquella (“Lord Love a Duck ”). La opción, que podría resultar muy viable para una revisitación (que, estamos seguros, no tardará) de la obra de, por ejemplo, Henry Mancini, resulta un poco más costosa, pecuniariamente hablando, al aficionado, por el consiguiente incremento del producto (al tratarse de un disco doble), pero notablemente interesante, pues permite establecer en la misma edición las diferencias entre aquellos arreglos discográficos que en su momento se consideraron convenientes realizar para la venta del LP de vinilo y los originalmente creados para el verdadero y real score de la película, a pesar de que muchos coleccionistas y aficionados dispongan ya de la versión digital (con toda probabilidad lanzada anteriormente al mercado) de aquella primera edición analógica (con la consiguiente duplicación de discos).
Como quiera que sea, el caso es que nos encontramos con esta esmerada edición dedicada a uno de los títulos más emblemáticos del compositor, como es este “How To Murder Your Wife”, que, para más inri, ya había sido reeditado recientemente (en agosto pasado, hace justamente ahora un año) en su versión original comercial dentro de ese “cajón de sastre” que fue el MGM Golden Treasury y en donde se comentaba, curiosamente (tal como también se encarga de recordarnos el habitual Bruce Kimmel en la carpetilla del disco –todavía lejos del nivel cualitativo alcanzado por algunas de sus rivales discográficas-), la imposibilidad (a lo visto, falsa) de poder acceder a los masters originales de la grabación del score, dados por perdidos. Así pues, lo que la presente edición nos permite degustar es, por fin, la partitura tal como se creó originariamente para esta desmadrada, misógina y, por tanto, típica comedia de mitad de los 60 escrita por George Axelrod (exitoso guionista de comedias de la época que debutó en la dirección al año siguiente, 1966, precisamente con el otro título que compone este doble compacto), donde un empedernido solterón (Jack Lemmon, como un guante en un papel perfectamente adecuado a su perfil), dibujante de cómics (faceta artístico-laboral de gran juego en la trama de la película), cuidado y mimado por un mayordomo que comparte su misma opinión sobre la soltería (un no menos impecable Terry-Thomas), se enamora perdidamente de una exuberante gogó (una esplendorosa Virna Lisi) hasta el punto de casarse con ella provocando el consiguiente conflicto con los hábitos y manías adquiridos tras años de “independencia” a la mencionado pareja de vividores.
Así, la presente recuperación permite escuchar, sin solución de continuidad, en su extenso bloque musical inicial, los créditos principales incluyendo toda la introducción, a cargo del asistente, sobre el modo de vida, tanto personal como laboral, del protagonista. El resultado es una pequeña suite que compendia los diversos temas principales que conforman la partitura integrados perfectamente en su funcionalidad cinemática, alejándose, por tanto, de los arreglos comerciales (mucho más “pop”) que se escuchaban en el disco originario. Del mismo modo, el siguiente tema, “The Bash Brannigan Caper” (que es el “Cartoon Capers” de la edición original), alcanza una inusual duración de casi 8 minutos y medio, lo que, de nuevo, nos permite constatar la adecuación musical de unos temas que, obviamente, ofrecen unas características mucho más específicas acerca de su valía real que no las que, debido a una serie de condicionamientos mercantiles, podíamos conocer hasta ahora.
No obstante, también nos encontramos con temas de características diegéticas en este primer disco dedicado al score, puesto que las necesidades contextuales del film así lo demandan. “A Lady in the Men´s Club”, “The Party” y “Back at the Party” dan fe de ello. Pero el hecho, insistimos, de poder encontrarnos con cortes como “Soup in the Face” o “Three Steps to Murder”, con sus intrínsecas características incidentales, nos permite una perspectiva musical mucho más adecuada y ajustada a las intenciones primigenias del autor. Pequeñas secuencias musicales como las de “The Bachelor Rescued-The Stag Party Continues”, “Out of the Cake, Into the Frosting” y “Trying to Remember”, que, ya sea a través del tema central o del de amor, homenajean, con la utilización de una única pianola, al cine mudo, así como “Virna Watches TV-Cowboys and Indians” y “Virna Watches TV- Cops and Robbers”, que también presentan referencias genéricas a las antiguas películas de vaqueros y a las policíacas (el último contando con la participación de unos inefables bajos eléctricos!!!!), puesto que la protagonista, una vez felizmente casada, sólo se dedica al visionado compulsivo de películas en la televisión, serían impensables en el disco editado en la época.
Respecto del segundo disco, poco cabe incidir. A la propuesta de ofrecer, de nuevo, la versión original comercial, con los arreglos pertinentes, de este “How To Murder”, se ha decidido añadir (al menos, con cierta coherencia) otro título más del compositor como adecuado complemento, el mencionado “Lord Love a Duck”, hasta ahora inédito en formato digital. Ofrecido también en su versión original comercial, en este caso cabe indicar que, al parecer, y pese a los parámetros claramente diegéticos de todos y cada uno de los cortes musicales presentes en el disco, éstos sí se ajustan fielmente a la música empleada en el film, pues las puntuales características argumentales de esta trama protagonizada por adolescentes (a pesar de contar con un ya talludito Roddy McDowall en el papel protagonista) así parece ser que lo requerían. El resultado final acaba por conformar un festival de música primigeniamente “pop” que puede resultar un tanto excesivo, pero que seguro despertará la nostalgia de los más veteranos toda vez que ilustrará a las nuevas generaciones de aficionados acerca de una música y unos modos ya totalmente desaparecidos y casi olvidados.
5-octubre-2009
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