Pablo Nieto
1. Introducción
Jerusalén, sueño imposible para muchos, paraíso indómito para otros. El Reino de los Cielos para todos. Ridley Scott inclusive. La causa de los cruzados, ha sido siempre una de las historias que más ha interesado y obsesionado al director británico. Historias y leyendas de las Cruzadas, protagonizadas por aquellos nobles europeos que vendían todas sus posesiones para entregarse a la causa de la Fe. Aún así, no todos buscaban la Gloria Eterna. Algunos preferían la gloria terrenal, obteniendo dinero, fama y sumisión.
Seguramente, a este segundo grupo pertenezcan actores como Orlando Bloom o Liam Neeson, pero ¿Qué importa eso? ¿Acaso no tienen ellos también derecho a emprender su cruzada particular? Hace más de una década, Scott estuvo a punto de llevar a la gran pantalla su sueño, con la película "Cruzadas", film que debía haber sido protagonizado por Arnold Schwarznegger. Sin embargo, tras los fracasos de "1492: La Conquista del Paraíso" y "Thelma & Louise" y la caída en picado de la fama de Terminator, nadie se apuntó a la aventura de Scott. Cosa, que sin embargo no ocurrió con "Gladiator".
El éxito de esta cruzada en tiempos de la Roma más corrupta, deshumanizada y decadente, volvió a elevar al creador de "Alien" y "Blade Runner" a la categoría de mito. "Black Hawk Derribado" le consolidó como el gran general de la cinematografía actual. "El Reino de los Cielos" era sólo cuestión de tiempo que llegara.
Nadie se esperaba la sorprendente decisión de Hans Zimmer de renunciar a colaborar con Scott. La ruptura de una de las sociedades compositor-director más sólidas de los últimos años, ha dejado perplejos a muchos. Podríamos destacar varias razones que han llevado a esta situación, desde que Zimmer no quería involucrarse en otra cinta histórica, un poco cansado de este tipo de films, hasta desencuentros con el propio Scott durante el rodaje de “Los impostores”, pasando por la apretada agenda del alemán durante los primeros meses de la temporada, y el cambio de las fechas de estreno del film, de Navidades del 2005 a mayo. Yo me inclinaría por esta tercera opción, sobre todo porque parece que la ruptura es temporal, ya que Scott y Zimmer se reencontrarán en poco tiempo en alguno de los nuevos proyectos del británico: "August Rush" y "Trípoli".
¿Y por qué Harry Gregson-Williams? Pregunta que se responde con otra pregunta: ¿por qué no?. En los últimos tiempos, Gregson-Williams ha demostrado ser un compositor muy solvente, cuyo caché ha subido como la espuma. Vamos, que no es un don nadie. Pero su participación en “El Reino de los Cielos”, es algo más sencilla de explicar. Hace años, que Gregson-Williams es el ojito derecho de Tony, el hermano de Ridley, y encima cuenta con el respaldo de Zimmer. De hecho, ambos se han intercambiado proyectos como si fueran cromos. Para tí esta película de cruzadas, y tú dame "Madagascar", una de animación sencilla y ligerita para enfocar "despejado" y fresco de ideas "Batman Begins"...
"El Reino de los Cielos" no es un score al uso. Nos encontramos ante un trabajo que aboga por el recogimiento, por la introspección, por potenciar la parte espiritual del film, de las cruzadas, de sus protagonistas. A muchos sorprenderá lo alejada que está esta partitura de los clichés musicales del universo Media Ventures, aunque también de su rechazo a las sonoridades épicas del cine histórico. Gregson-Williams consigue trasladarnos a las cruzadas, sin perder en ningún momento una perspectiva contemporánea de la música. Al igual que la película, la música no sólo nos muestra una confrontación de culturas, sino también una integración y fusión de la mismas. El mundo cristiano, está representado por coros religiosos, que interpretan trascendentales mensajes en latín, todo ello con apuntes de música "sajona". El mundo musulmán, también tiene su referente en la voz humana, que en este caso alude a historias relacionadas con el Corán, perfectamente arropadas por instrumentación y sonoridades étnicas, propias de aquella zona. Ambas culturas, quedan unidas por un adecuado uso de contrapunto y desarrollo por parte de la orquesta, en una línea que potencia el dramatismo y la intensidad "contenida", sobre cualquier otra cosa.
Estamos sin duda ante una banda sonora que exhibe un trabajo impecable, a todos los niveles, orquestales, corales y rítmicos. Un score perfectamente acomodado a las imágenes a las que sirve. La prueba de la madurez musical de Harry Gregson-Williams. Pero ojo, catalogar "El Reino de los Cielos", como de obra maestra, es una auténtica exageración basada más en el oportunismo de la moda imperante que en motivos objetivos. Es cierto que puede que la gente comience a mirar a Gregson-Williams después de este trabajo, pero en cuanto a calidad musical, y a funcionalidad con las imágenes, scores como "Spy Game", "Simbad" e incluso su parte musical de "Armageddon", no tienen nada que envidiar a "El Reino de los Cielos". Diferentes, pero no peores porque su objetivo sea menos trascendente... o pretencioso, según se mire.
2. El Disco
El disco arranca con "Burning The Past", donde el cello eléctrico de Martin Tillman, arropado por una base contenida de cuerdas, dará paso a una compacta y espiritual pieza coral, que al tiempo que interpreta el texto en latín escrito por Gregson-Williams, nos traslada a otra época, a otros tiempos. Es un tema que aboga por el recuerdo. Es el tema de las cruzadas.
"Crusaders" and "Swordplay", son los dos cortes que le suceden. En ambos, la música ha ganado en dinamismo y vitalidad. En el primero, introduciendo elementos percusivos, y en el segundo, el tema de Balian, motivo asociado al personaje de Orlando Bloom. Y al igual que la película gira en torno a sus vivencias, la música hace lo mismo, y convierte a este tema en uno de los leit motivs fundamentales. Estructuralmente, es un motivo donde de nuevo son los coros quienes se encargan de desarrollarlo, actuando las cuerdas a modo de contrapunto. "A New World", supone un refrendo de todos los argumentos presentados hasta ahora. Contención, apuntes del cello eléctrico, y el omnipresente tema de Balian, como principales pilares.
"To Jerusalem" nos introduce por completo en la parte islámica del film y de la música. La dominación musulmana de la gran capital de los Judios, queda patente con la riqueza étnica de la música, en lo que a ritmo, instrumentación y melodía se refiere. Tras un pequeño paréntesis meditativo y contenido con apuntes del tema de Balian, como es "Sibylla" (hermosa joven mora que roba el corazón a Balian, un amor imposible, en tiempos de Cruzada), Gregson-Williams nos presenta a "Ibelin". Segundo tema principal del film, y que alude al pueblo natal de Balian. El tema rezuma optimismo y belleza. Pletórico de ritmo, conviene destacar la utilización de la citara y el shanai (un instrumento de viento árabe), para potenciar el toque étnico, y el recurso a las cuerdas para dar cuerpo a la música.
"Rise A Knight", arranca con referencias al tema de Balian, seguidas de un dramático movimiento orquestal, de percusión militar, coros y cuerdas, que acentúan el carácter solemne y desafiante de la secuencia. Es sin duda, uno de los cortes de más profundidad emocional de la partitura.
La voz de Lisbeth Scott, desgarradora y profunda, con una base acústica emparentada con los momentos elegíacos de "Gladiator", recupera el tema de las Cruzadas en "The King". Un corte de comienzo sereno y contenido, y cuya melodía es progresivamente transformada en una intensa pieza de acción, con preponderancia de la percusión y poderío orquestal. Retomando su tono pausado y reflexivo en la parte final.
"The Battle of Kerak" es una extraordinaria pieza de acción, que denota un enorme trabajo orquestal por parte de Gregson-Williams. Es sin duda, uno de los cortes más apreciables del disco. Concebido para marcar el tempo de la secuencia, coros, percusiones y crescendos orquestales con los metales como grandes protagonistas, son algunos de sus elementos más característicos.
"Terms", es una pieza realmente turbadora. Lamentos musulmanes se suceden en la primera parte del corte, elevándose sobre una base armónica etérea y contenida. El contraste con la segunda parte del corte es evidente. La música se agita, entrando en juego los ritmos de acción, seguida de amenazantes coros masculinos y contundentes percusiones. Tendencia, seguida en "Better Man", que tras un arranque místico y evocador con la invocación del tema de Balian, pronto se vuelve agresivo y dinámico. Finalizando, con el ya habitual recurso al solo de voz sobre armonía etérea.
Estamos sin duda, en el momento más valioso de la partitura, y así lo demuestra "Coronation". Un hermoso corte, donde cuerdas y coros angelicales, construyen una preciosa pastoral, de hondo calado elegiaco y gran intensidad emocional. Muy morriconiano en su concepción. Estupendo en su resolución.
El comienzo juguetón e intrascendente de "An Understanding", en nada se asemeja al dramático final que nos deparará, con una poderosísima versión del tema de Balian, a modo de adagio. Una tendencia continuada en "Wall Breached", un corte que pasa de ser una continuación de la línea dramática del anterior, a un inspirado movimiento orquestal de inmensa fuerza, con la música alcanzando tintes heroicos.
"The Pilgrim Road", es una excelente pieza-retal construida a base de referentes a otros temas. Primero el de las Cruzadas, luego apuntes del tema escuchado en "To Jerusalem", para continuar con referencias al tema de Ballian. Estando dedicada su parte final, a la música de acción, con la misma temática y estructura que "Wall Breached".
Llegamos ya al final del disco, y por extensión de la película. Es aquí, donde entra en juego "Saladin", un corte de gran contención, que aboga por el respeto y la reflexión. Curiosa elección de Gregson-Williams, para describir el clímax final de la película, aunque muy lógica teniendo en cuenta la opción elegida por Scott. Hacia el final de la pieza, podremos escuchar referencias al tema de las cruzadas, con predominio de las cuerdas. Este mismo tema, pero ahora sólo con coros, será el protagonista de "Path To Heaven". Un corte de profundo calado religioso, y que contrasta con el divertimento de "Light of Life", donde se repite el tema de Ibelin, aunque de forma cantada, y no instrumental.
Nadie puede cuestionar la calidad de la música, ni tampoco el evidente interés puesto por Harry Gregson-Williams en esta partitura. Pero a “El Reino de los Cielos” le falta algo. Puede que mayor contundencia orquestal, o quizás más definición melódica. Aunque también estoy convencido, que muchos piensan que lo que le falta es a Zimmer....
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