José-Vidal Rodriguez
Desde que en el año 2003 escribiera el score para ”S.W.A.T.”, el newyorkino Elliot Goldenthal, uno de esos nombres que parecían llamados a liderar el panorama musical del nuevo milenio tanto por sus aptitudes como por su personalidad artística, vive refugiado en la más absoluta inactividad cinematográfica, únicamente interrumpida por su tibia contribución en producciones dirigidas por su esposa Julie Taymor (”Across the Universe” en 2007, y la cinta “The Tempest”, aún en fase de post-producción). No cabe duda que algo tendrá que ver en este retiro, aquel grave accidente doméstico que sufriera el compositor hace años y que le obligó a seguir una dura rehabilitación durante largo tiempo. Por ello, su vuelta al cine de manos de un cineasta ajeno a su entorno marital, resulta una feliz noticia para todos los aficionados, pese a que el panorama musical actual no parece reservar demasiados huecos a un desencantado e inconformista Goldenthal.
Si alguien podía convencer al autor para que retornara a la gran pantalla, -independientemente de la persuasión femenina de la Taymor-, ese era el director de Chicago Michael Mann. creador venerado por muchos y tratado como un intocable en Hollywood. Tras escribir y dirigir la traslación al celuloide de la mítica serie “Miami Vice” en el año 2006, Mann se rodea de un reparto de lujo (Christian Bale, Johnny Deep, Stephen Dorff o Giovanni Ribisi, entre otros) para dar forma al retrato sobre los últimos meses de reinado de John Dillinger (Johnny Depp), el “enemigo público número 1” del Chicago de los años 30, y su persecución final por parte del FBI de la mano de Melvin Purvis (Christian Bale), el agente al que J. Edgar Hoover confía la misión de capturar a Dillinger usando todos los medios a su alcance.
Frustrado más de un aficionado por la escasa enjundia de los scores de las últimas cintas de Mann, en donde el sonido industrial se apropiaba del “Miami Vice” del insulso John Murphy, y de la más que mejorable “Collateral” de James Newton Howard, la reaparición de Goldenthal (amigo del cineasta desde su encuentro en “Heat”) en “Public Enemies”, supone un vuelco ciertamente notable en esta tónica musical. Por un lado, la música se ve influida sobremanera por el tratamiento “humanizado” del personaje de John Dillinger, presentado como un ladrón de bancos con estilo, ciertos escrúpulos (en la vida real, siempre se caracterizó por no herir jamás a los civiles que se encontrasen en sus atracos), y abiertamente enamorado de la que fue su ultima novia, Billie Frenchette. De esta forma, el score evita cualquier acotación épica o enfática al halo de leyenda del protagonista, de tal suerte que las ideas de Goldenthal se circunscriben a la composición de temas de sutil elegancia, no reñida con una sensación global de comedido dramatismo transmitido por cuerdas y maderas. Aproximación ésta lógica, si tenemos en cuenta el propósito del guión por centrarse, durante muchos minutos, en ciertos detalles relacionados con la inevitable decadencia del mítico ladrón de bancos. En definitiva, el compositor presenta una música que parece preparar al espectador para la caída final de Dillinger, apelando a una resolución tan mesurada, que poco nos recuerda a aquel autor que en el pasado sorprendiera con sus malabarismos y estridencias -bien entendidas- orquestales.
Un buen ejemplo de lo antedicho, lo hallamos en el motivo dedicado a la relación del protagonista con la bella Billie, un personaje al que la trama concede gran importancia junto a la figura de Dillinger y el agente Purvis. Escasamente representado en el álbum (tan solo suena como tal en el corte “Gold Coast Restaurant“), pero muy presente durante la primera hora de metraje, el tema denota el acierto de Goldenthal al sugerir un romanticismo amargo, perfecto para inducir el componente apesadumbrado que rodea a este singular amor, conscientes ambos personajes de que su relación, pese a su intensidad, viene abocada tarde o temprano a un fatal destino.
Por otra parte, la escasa música incidental incluida en el álbum (poco más de 15 minutos), rehuye cualquier referencia localista o cronológica al ambiente de ese Chicago fuente de tantos relatos cinematográficos. Esta función queda reservada a los distintos source cues incluidos en el compacto, canciones éstas algunas de las cuales traspasan su condición diegética para quedar directamente asimiladas a ciertos personajes o situaciones (en especial, las sintonías más contemporáneas de Otis Taylor, con su tema “Ten Million Slaves” introduciendo de forma dinámica al personaje de Melvyn Purvis). Un recurso, por otra parte, que ya resulta habitual en la filmografía de Michael Mann.
El sugerente acercamiento musical de Goldenthal, encuentra sin embargo un “sospechoso” obstáculo creativo en uno de los instantes claves del filme, que no es otro que la anunciada muerte de John Dillinger a manos del FBI, a la salida del cine donde acababa de ver la cinta de Clark Gable “Manhattan Melodrama”. Mientras el tema “JD Dies” funciona de manera holgada para acrecentar la tensión de esta secuencia (así como en su parte final, realzar la tristeza de una Frenchette presa, a la que comunican la muerte de su amado y sus últimas palabras dirigidas a ella), un aroma a temp track se apodera de su primer minuto y medio, en el que las referencias al conocido corte “Journey to the Line” de “The Thin Red Line”, parecen más que evidentes en su progresión y construcción armónica.
Con todo, el escaso material original de Goldenthal incluido en el CD, aunque diste de conformar un trabajo redondo, deja un grato sabor de boca en el oyente. La lastima es que dudamos mucho que este sobrio score para “Public Enemies”, sea aval suficiente para el retorno definitivo de un autor cuya marcada idiosincrasia musical, no encuentre quizás sitio en el arquetípico y manido Hollywood de la actualidad.
10-septiembre-2009
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