Pablo Nieto
Han pasado 25 años y la profecía de James Cameron sigue sin cumplirse. El autoproclamado Rey del Mundo concibió una obsesiva y frenética amenaza para nuestra civilización con “Terminator”, y aunque su protagonista lleva unos años empeñado en destruir el estado de California, los humanos de a pie, seguimos esperando su llegada para acabar con el enfermizo John Connor.
En 1992 el mito se reconcibió. El exterminador pasaba a convertirse en ángel de la guardia y la cinta dejaba sus orígenes más humildes, convirtiéndose en una superproducción plagada de notables secuencias de acción y un villano inolvidable. El círculo estaba cerrado, sin embargo en Hollywood interesaba volver a situar en primera línea de batalla a un Schwarzenegger olvidado, antes de iniciar su carrera política, y para ello se sacaron de la manga un bonus track llamado “Terminator 3: The Rise of the Machines” (2004). Atemporal y de dudosos alicientes cinematográficos.
Como no escarmientan, alguien ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca a la historia, realizando un viaje al futuro para mostrarnos la épica batalla de Connor y la Resistencia contra Skynet, responsable de la futura eliminación de la raza humana. Y aunque inicialmente la materia prima ofrecía garantías de solvencia, tanto por el argumentom, revisitando el viejo macguffin del prólogo apocalíptico de la obra de Cameron, como por la presencia del nuevo Batman, Christian Bale, en el papel de Connor, alguien debió olvidar que la calidad de los ingredientes no hace buenos los platos, sobre todo si el cocinero es un personaje como McG, responsable de la inclasificable revisitación de “Los Ángeles de Charlie” y la simplona “We Are Marshalls”. Y es que si nos guiáramos por su nombre y el producto presentado, bien podría dar el pego como un nuevo menú de la multinacional McDonalds. Un McMenú, por supuesto grasiento e hipercalórico, al que la mayor parte de la población mundial acude para cubrir el expediente alimenticio del día cuando no quiere complicarse la vida, sin orden ni concierto en la consumición de los productos. Sin duda una representación de lo que nos encontramos en este “Terminador: Salvation”.
Pero aún hay más. Y es que el debate musical sobre “Terminator” no ha estado nunca exento de controversia. El responsable del espíritu musical de la saga y autor de las dos primeras entregas, Brad Fiedel era un experto programador informático cuyo sonido en los años 80 todavía podía defenderse, pero que en la actualidad es objeto de impenitentes burlas por la facción más irresponsable y frikie de las bandas sonoras. El aficionado medio y crítico, se limita a verlo como una reliquia de una experimentación musical que nunca llegó a calar (por suerte). Y aunque no deja de ser cierto que su omnipresente leitmotiv forma parte de la cultura urbana del tarareo, y que su intención de asociar sonoridades industriales a la propia idiosincrasia opresiva y mecánica de la saga podía sonar coherente, el resultado final se torna insufrible.
A Fiedel le sustituyó para la tercera parte de la saga un siempre interesente Marco Beltrami, cuya apuesta inicial por la inserción de la orquesta en combinación con la electrónica, con especial protagonismo de los metales, constituye también la base de la partitura de Danny Elfman para esta cuarta parte. Un compositor con más nombre que resultados en los últimos años, y que ha sabido muy bien vivir de ese aura de compositor fetiche de Tim Burton, para encargarse del apartado musical de casi todas las adaptaciones cinematográficas de cómics de los últimos años. Que en los créditos de una película aparezca su nombre se ha convertido en un símbolo elitista para los estudios. Es por ello, por lo que se echa de menos la energía de Beltrami, quien habría dado solución de continuidad a su anterior partitura en uno de sus momentos creativos más fructíferos. Y es que, se le añora una vez escuchado el score de Elfman, una medianía más que a nadie debería sorprender. Muchos, llevan años esperando que la barita de la inspiración se pose sobre él y nos regalé un revival de “Batman” u otra fastuosa ópera macabra a lo “Pesadilla Antes de Navidad”. A cambio, tenemos otro trabajo fácilmente olvidable, construido sobre “reminiscencias” del tema original de Fiedel, reconstruido orquestalmente, y que sirve de base a un insípido cóctel de loops electrónicos sobre sostenidos de cuerdas, habituales crescendos intempestivos de los metales, marca de la casa, e innumerables bostezos atmosféricos, sólo interrumpidos por un previsible y poco emocional tema de amor donde el uso de la guitarra parece dotarle de ese “typical spanish flavour” que dicen por Beverly Hills.
Elfman intenta dotar de una definición musical propia tanto a Marcus, el nuevo Terminator, como a John Connor. Así, al primero se asocia el antiguo tema reconstruido que podemos escuchar en “Opening”, típicos main titles del compositor. El tema de Connor se presenta con honores en “Broadcast”, y al igual que el anterior, su utilización será continua a lo largo de la partitura, alcanzado su punto álgido en la fusión de ambos en el mejor corte del disco, “Salvation”. El tema lo escucharemos en los abundantes, aunque poco interesantes, pasajes de acción de la cinta, donde el estilo excesivo del Elfman de “El Planeta de los Simios” o “Hulk” apenas nos permite destacar un par de cortes como “Hydrobot Attack” o “Final Confrotation”. En definitiva, un score de consumición rápida, pero de pesada digestión.
13-julio-2009
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