Frederic Torres
Hablar de un cuarto volumen dedicado a la partitura musical de “Lost” es, a estas alturas, ratificar un hecho incuestionable, el del éxito de la serie (en sus diversas vías de difusión, puesto que se habla, por primera vez, de una serie más vista en internet que por televisión) y, por supuesto, de su banda sonora. Si tenemos en cuenta que el tercer volumen fue doble, el aficionado tiene a su disposición, cuando menos, un mínimo de 5 discos sobre este trabajo de Michael Giacchino que lejos de resentirse cualitativamente, sigue aportando nuevas anotaciones interesantes al magno friso musical del compositor que supone la serie, que no sólo le ha dado a conocer sino que también le ha permitido, a lo largo de estos años, desarrollar todo su talento introduciendo nuevos términos musicales para, después, tamizadamente, ir aplicándolos en mayor o menor medida a la gran mayoría de los proyectos en que se ha ido embarcando. En ella, pues, se ha forjado aquello que permitiría reconocerse como el “estilo” del autor.
Así, esta cuarta entrega dedicada a su homóloga temporada, viene caracterizada por las mismas constantes sobresalientes que sus antecesoras, pues encontramos la misma estructura temática que en aquellas, a saber: trepidantes temas de acción con una acertadísima y sorprendente orquestación, líricos motivos para ilustrar los pasajes inéditos del pasado de los personajes (incluyendo su minimalista y personal puntuación pianística), motivos generadores de misterio y suspense (los famosos trémolos de la cuerda en registro agudo), además de todo tipo de nuevas sugerencias musicales, tal como ya dejara constancia en las anteriores ocasiones.
Lo comenta el mismo productor del disco, Robert Townson, en la carpetilla confeccionada por Varèse, es decir, con las 3 ó 4 páginas de fotos pertinentes y el correspondiente pequeño texto de presentación, al destacar estos nuevos y frescos “caminos musicales” que Giacchino nos ofrece temporada tras temporada en la serie, sin necesidad de ningún tema central siquiera (que no es el caso, pues esta temporada goza de uno, además intensamente lírico), jugando (es un decir) a profundizar en sonoridades musicales deudoras de Jerry Goldsmith y Bernard Herrmann (y, como veremos, de alguno más) y consiguiendo sorprendernos una y otra vez con su aportación musical, que, cualquiera diría, pudiera haberse agotado (o simplemente limitado a repetir) los cauces abiertos en temporadas anteriores.
No es así y el compositor vuelve a ofrecernos todo un abanico de sensaciones musicales arropadas, esta vez, por un hermoso tema central que, de tan lírico, nos recuerda al John Barry de “Out Of Africa” (el de amor de la reciente “Star Trek” ya recordaba al compuesto para John Dunbar en “Dances with Wolves”). Se trata de “There´s No Place Like Home”, que a su vez, es el primer tema de cuatro que componen la pequeña suite dedicada a la primera parte del triple episodio final de la temporada. Esta estructura de la presentación musical, que puede parecer enrevesada en primera instancia, es, contrariamente, más y mejor representativa de la partitura que no la mera selección de cortes aleatorios sin criterio alguno que el de la mayor cantidad presencial de episodios posible. Así, el disco recoge varios cortes de algunos de los más significativos de estos centrándose especialmente en el triple final que acapara la mayor cantidad (y calidad) de momentos de interés musical.
Antes, ya hemos tenido la oportunidad de apreciar el lirismo del compositor a lo largo del disco desde su mismo inicio, porque ésta es la característica principal y más novedosa de la partitura para esta temporada, que, ya con los tres primeros temas que lo abren, deja poco lugar a cualquier tipo de duda estética al incorporar toda una serie de solos de viola y violonchelos (“Giving Up The Ghost”, “Locke´ing Horns” y “Lost Away-Or Is It?”), así como de piano (“Karma Jin-Itiative”, “Ji Yeon”), que dan el tono del resto del trabajo. Por supuesto que también vamos a disfrutar de nuevos temas “selváticos”, con su atrevida e innovadora percusión (especialmente “Maternity Hell”, que por su ritmo y orquestación nos recuerda el estilo del Danny Elfman más prototípico, el de “The Simpsons”), sus scherzos de cuerda apoyados en las “ráfagas” del metal (“Bodies and Bungalows”) y de los famosos trémolos herrmannianos (“C4-Titude” y “Of Mice And Ben”), o de todo ello combinado (“Locke-About”). Pero también escuchamos nuevos destellos estilísticos, como ese dúo de piano y cuerda en “Benundrum”, que nos retrotrae aquel experimento musical que Jerry Goldsmith (otro compositor habitualmente homenajeado por Giacchino en la serie, especialmente su obra maestra “Planet Of The Apes”) llevó a cabo en “Coma”, o, por no salirnos del mismo corte musical, los acordes atonales, puntuados por los habituales e incansables pizzicatos, de rápidos y descendentes crescendos, de neto sabor stravisnkiano.
Con todo, Giacchino se ha vuelto más esencial, puesto que su uso orquestal se ha vuelto más depurado. El uso contundente de la cuerda, del mesurado y bien medido metal, así como de la percusión estrictamente necesaria (eso sí, interpretada con la “alegría” y “frescor” habituales) hacen que el compositor se exprese, musicalmente hablando, de forma más sincera, más pura, obviando cualquier tipo de añadidos artificiales (sintetizadores, etc.) que molesten o saturen dicha pureza. Los tres últimos cortes del disco (“Lying For The Island”, “Landing Party” y “Hoffs-Drawlar”), pertenecientes a la última parte del ya mencionado triple episodio final, ejemplifican brillantemente este punto de vista del autor, por cuanto aúnan un tono innegablemente lírico (ilustran la llegada de los supervivientes rescatados de La Isla y su primera rueda de prensa –mintiendo de común acuerdo, además, para proteger su “secreto”–) con esa pureza instrumental para la que el compositor recurre a diversas combinaciones entre la cuerda y la percusión, ya sea con el arpa, el piano, los violonchelos, las violas, los xilófonos, etc.
En definitiva, otro disco más a añadir a una colección de la que no nos cansaríamos nunca de recibir nuevas entregas. Entre otras cosas, porque nos gusta “Lost”. También porque nos gusta el trabajo bien hecho y original, arriesgado, de Giacchino. Y porque, como dice Robert Townson, el compositor es capaz de llevarnos a La Isla sin necesidad de utilizar ningún avión. Porque, en definitiva, Giacchino “es” “Lost”.
25-junio-2009
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