Pablo Nieto
Admirador de la obra del difunto Will Eisner, Frank Millar elige “The Spirit” para homenajear a su amigo en el que también es su debut en solitario tras las cámaras. Zapatero a tus zapatos. Por mucho que en los tiempos que corren se tienda a mitificar todo lo relacionado con fanzines, para el gozo y disfrute del eterno adolescente, la dirección de un largometraje no puede dejarse al arbitrio de un ilustrador (brillante eso sí) y un poderoso departamento de marketing capaz de vender las virtudes del cianuro como laxante. Y es que, tras sus colaboraciones con Robert Rodríguez y Zack Zinder en la adaptación de sus dos obras capitales, la imprescindible “Sin City” y la hercúlea “300”, muchas eran las expectativas que se habían puesto en la adaptación cinematográfica del héroe del antifaz en la corrupta ciudad de Central City. El resultado es un producto de gran acabado artístico (como sus predecesoras), carente por completo de alma y de una mínima coherencia narrativa, donde se dan cita una pléyade de diálogos vacíos, un humor viscoso y una chirriante voz en off, que parece opositar a formar parte de una nueva modalidad del Tratamiento Ludovico que el “bueno” de Alex DeLarge sufría en “La Naranja Mecánica”.
Al frente de la partitura nos encontramos a David Newman, compositor de estudio muy aplicado pero de talento disperso, a cuya trayectoria le siguen faltando más proyectos de empaque y menos comedias conservadoras y cintas de acción de medio pelo. Curiosamente, Newman ya escribió en 1996 la música para la adaptación de otro famoso superhéroe enmascarado, “The Phantom”, film que ahora difícilmente pasaría el test de la sobremesa, pero cuya falta de pretensiones le convierte en algo mucho más digno que este “The Spirit”.
Precisamente, para aquel film, Newman escribió la que sigue siendo su partitura sinfónica más brillante e inspirada hasta la fecha, algo que no podemos decir, abiertamente, de su trabajo para la película de Miller. Nadie podrá quejarse de que Newman no busque soluciones más arriesgadas para este “The Spirit”, pero éstas aparecen siempre condicionadas por el uso de unos temp tracks, tras los que emerge la figura de Danny Elfman (compositor que renunció a hacer la partitura tras el primer visionado del film). El score nos deja un par de detalles interesantes, aunque Newman siga mostrando ciertas carencias en la construcción dramática de su música. Así, nos encontramos un más que correcto tema central (“Spirit/Main Title”), construido sobre el magnético temp track de la elfmaniaca overtura de “Spiderman”, arropado por una brillante orquestación con sus habituales clichés estilísticos -prominencia de metales y percusiones- que confieren un tono heroico al conjunto (y, por cierto, una melodiosa reminiscencia al oscuro y retentivo motif del “Batman´89”). Pero quizás, lo que más nos llama la atención en toda la audición, es cómo Newman introduce una interesante combinación de acordes para “muted trumpet”, recurso muy propio del cine negro, que sirve al compositor (quien parece ser el único en tomarse en serio la cinta) para adentrarnos en el submundo sórdido, corrupto y violento del cómic, ausente por completo en la película.
Ese aire noir de la trompeta, se reproduce a través de abundantes movimientos jazzísticos, siguiendo así la estela de la anterior aportación de John Debney para “Sin City”, resultando especialmente destacado su empleo en “Enter Silben Floss-Octopus Kicks”. Ese recurso relativo al empleo de instrumentos solistas, será utilizado por Newman en el subrayado de la presencia protagónica del personaje central a través del uso de la armónica, con un claro antecedente en el “Hasta que Llegó su Hora” de Ennio Morricone. Podemos escucharla en cortes como “Spirits Reflects”, “Spirit and Plaster Run” o “Spirit Finds Sand/Falling/Hung Up”, donde comparte protagonismo con la estelar irrupción de la fanfarria heroica de los main titles, a la que el compositor recurrirá también para acentuar los enfrentamientos con Octopus (“Sand / Octopus Lair”, “Octopus Buys It”, “Shootout”).
No cabe duda, que Newman sale airoso también en su turbadora propuesta romántica, acudiendo a diferentes propuestas que van desde el concepto chill out de “Egg on my Face”, donde se incrusta una bellísima melodía para piano y cuerdas (posiblemente de lo más romántico escrito por el compositor hasta la fecha), al recurso de la sugerente voz solista femenina, asociada al personaje de Lorelei, que escuchamos en “Lorelei, Angel of Death” y “Lorelei You´re Mine / Spirit Wants”. Un corte, este último, especialmente interesante por la inserción de un vibrante movimiento para violines en la línea del James Newton Howard de “El Bosque”.
Estos puntuales destellos no ocultan la intrascendencia de la nueva propuesta de Newman, proliferando la presencia de cortes sin sustancia ni interés como “Just a Fight” o “You are an Accident”, hasta cierto punto lógico teniendo en cuenta la ausencia de evolución en la historia. El recurso del relleno atmosférico no hace sino enfatizar la insustancialidad del conjunto y provocar una excesiva ralentización del metraje. Afortunadamente, el músico nos regala una revisitación del tema de amor y el tema central, cercano el desenlace, con “Spirit Kissed Sand” e “It´s you and I Love / She is my City”. Una conclusión aceptable para una partitura digna, que la película, en ningún momento, parece merecerse.
2-abril-2009
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