José-Vidal Rodriguez
Mientras que la década de los 70 fue probablemente el periodo más fructífero de un David Shire responsable por entonces de obras tan destacadas como "Pelham 1, 2, 3", “The Hindenburgh” o ”All The President´s Men”, los cambios musicales bien entrados los años 80 anquilosaron de algún modo la progresión artística del norteamericano, el cuál vería como su contribución cinematográfica en aquel periodo no solo se convertiría en escasa, sino también globalmente intrascendente (salvo honrosas excepciones, como aquella pequeña joya musical llamada ”Return to Oz”), encontrando en la televisión y el teatro los pocos marcos idóneos para continuar en la palestra del medio audiovisual.
En este contexto de horas bajas para Shire, no ha de resultar extraño encontrarnos con productos destinados a filmes de consumo fácil o de difusión más o menos minoritaria. En el caso de ”Short Circuit”, seguramente uno de los pocos encargos de esta época con cierta repercusión comercial para el compositor, su inclusión en el proyecto no sólo parece obedecer a ese afán lógico del músico por no ver su nombre definitivamente apartado de las salas comerciales, sino también a su sintonía con el director de la cinta John Badham, con el que previamente había colaborado en los 70 en diversas producciones televisivas, siendo posiblemente uno de los cineastas que, según el propio Shire, más libertad creativa (o dejadez bien entendida, según se mire) han otorgado al compositor de Buffalo.
Ciertamente alejado de las obras anteriormente mencionadas (las mismas que le han valido a Shire el mayor reconocimiento de crítica y aficionados), el breve score de ”Short Circuit” gravita en torno a esa corriente electrónica que caracterizó la atmósfera sonora de los 80, en esta ocasión justificada no sólo por aquellos gustos pop imperantes, sino también por la asimilación musical a la que el compositor acude para describir la tecnología futurista del “Número 5”, el entrañable robot que protagoniza la cinta y esa especie de precursor de ”Wall-E” dotado de una inteligencia más allá de lo meramente simulado. No en vano, uno de los grandes aciertos del score es la paulatina e inteligente “humanización” que experimenta la música, conforme la trama va revelando la verdadera esencia de esta máquina capaz de desarrollar sentimientos de forma tímidamente análoga a los humanos.
De esta forma, la fusión de la electrónica con la orquesta se hace inevitable, pero en este caso cobra, además, una importante significación argumental: cuanta más preponderancia adquieren los teclados programados por Craig Huxley (el responsable del conocido sonido “blaster beam” usado por Jerry Goldsmith en su ”Star Trek”), más evidente se nos presenta la aparente naturaleza artificial del protagonista, mediante esas texturas sintéticas “mecanizadas” (tan enfáticas en el arranque del “Main Title”) que bordeando lo efectista, adquieren sin embargo el marchamo de identificador lógico y necesario dado el argumento del filme. Por otro lado, pese a que la electrónica prácticamente no abandona el bloque armónico de la partitura, aquel grado de humanidad con el que Badham pretende describir al singular robot, es plasmado al pentagrama por un Shire que gradualmente va introduciendo un sonido sinfónico tradicional a medida que avanza el score, sugiriendo así de forma implícita al espectador la consciencia casi humana adquirida por una máquina que fue desarrollada ab initio con fines puramente militares (“The Attack / Coming To”). Al respecto, resulta muy revelador atender a la audición del fragmento de conclusión “Finale”. En el mismo, Shire hace prevalecer finalmente lo orgánico sobre lo sintético, alzándose pletórica la orquesta con el único aderezo de la armónica, en un recurso alegórico que al prescindir de todo acompañamiento electrónico, incide por fin en esa mencionada personalidad alcanzada por lo que aparentemente era sólo una sofisticada máquina.
Esta triunfal coda contiene otra de las numerosas versiones del que a la postre se convierte en la idea angular del trabajo, el tema asimilado a la figura del androide Número 5. Una frase de cierta sencillez sobre la que el compositor aplica sugerentes variaciones en clave cómica (“Night Scene”) o en pos de potenciar la vertiente comedidamente emotiva de la historia (“Aftermath”, “Off The Bridge”); así mismo, destacan especialmente las notables acotaciones del tema en las secuencias de acción de la cinta (“Grasshopper / Joy(less) Ride”, “Getaway / Hello, Bozos”), en las que el grado de dinamismo y la elegante fusión sinfónico-electrónica lograda por Shire resultan francamente loables, sobre todo en un autor no demasiado identificado con la música sintética.
Dada la brevedad del score original, el álbum se completa con tres “bonus tracks”, los dos primeros de pírrica trascendencia, mientras que el “The Three Stooges” reserva una hilarante pieza de escucha obligada. En resumidas cuentas, pese a que ”Short Circuit” no pasa por ser precisamente una obra capital en la filmografía del minoritario David Shire, lo cierto es que su inteligente concepción y simpático acabado la convierten ni más ni menos en la música justa y deseable para un producto de estas características, amén de conformar una partitura fácilmente digerible para todos aquellos aficionados a los que los envoltorios sintéticos típicamente ochenteros no les provoquen aún urticaria.
26-febrero-2009
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