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31/01/2011 Fallece John Barry a los 77 años
Un ataque al corazón ha apagado la vida de uno de los más populares músicos de cine de la historia. De su puño han salido melodías memorables instantáneamente absorbidas por el público. Las aventuras del agente James Bond lo hicieron mundialmente famoso, pero siempre será recordado por el lirismo y el sosiego de sus grandes temas románticos. Dueño de un estilo personal e inconfundible, Barry ejemplifica un modelo de músico de cine: empezando como trompetista de jazz y director musical, su carrera cinematográfica se fue construyendo a fuerza de éxitos obtenidos por la comercialización de temas instrumentales y canciones, permitiéndole obtener un estatus de infalibilidad que le fue llevando a ensayar nuevos registros y a la diversificación de su paleta expresiva, cada vez más alejada de la ligereza pop, hasta crearse una nueva imagen como representante de una música densa, preciosista, de desbordante lirismo.
Nació el 3 de noviembre de 1933 en York, Inglaterra. Su juventud estuvo marcada por la doble influencia de la música y el cine: aprendió a tocar el piano y la trompeta casi al mismo tiempo que, abandonados los estudios básicos, entró a trabajar como proyeccionista en una de las salas de cine que regentaba su padre. Así pudo aprender el oficio de la composición de música cinematográfica, admirando y estudiando de oído a los grandes clásicos como Alfred Newman, Erich Korngold o Bernard Herrmann. Tras el servicio militar, que lo llevó a Egipto y Chipre durante más de dos años, regresó a Inglaterra en 1955 con la idea de dedicarse profesionalmente a la música: reuniendo a seis amigos, Barry creó el grupo beat “The John Barry Seven”, con el que poco a poco se fue abriendo camino, logrando un mayor eco gracias a esporádicas apariciones en programas de televisión, hasta que consiguieron firmar un contrato con la casa discográfica EMI. Gracias a su grupo, Barry empezó a ser conocido y solicitado como director musical y arreglista de canciones de grupos y solistas.
De todos ellos, el que más éxito cosechó, Adam Faith, fue quien, ante la oportunidad de participar en una película, “Beat Girl” (1959), ofreció a Barry y a su banda encargarse de la música. Aunque el trabajo del compositor inglés se limitó a lo que venía haciendo en los discos de Faith, una música entre el pop y el jazz principalmente basada en canciones, supuso su primer contacto con el mundo audiovisual. Tras una serie de proyectos cinematográficos y televisivos de diversa consideración, con los que va ganando reputación como compositor de canciones y hábil orquestador, en 1962 recibe el que se convertirá en el encargo más trascendental de su carrera: realizar los arreglos de la música escrita por Monty Norman para la película “Agente 007 contra el Doctor No” (Doctor No). El hoy mítico “Tema de James Bond”, una pieza enérgica y fría, caracterizada por la guitarra eléctrica y los arreglos de viento con los que Barry llevaba tiempo experimentando, se convirtió en un éxito instantáneo y también en el origen de una disputa por el reconocimiento de su autoría. Para la segunda aventura de Bond, “Desde Rusia con Amor” (From Russia with Love, 1963), volvieron a llamar a Barry, esta vez para que compusiera la música incidental y no la canción, obra de Lionel Bart. La primera película de Bond en la que Barry trabajó en solitario fue “James Bond contra Goldfinger” (Goldfinger, 1964), a partir de la cual quedaron fijadas las pautas sonoras que caracterizarían todas las posteriores. Entre 1963 y 1987, fecha en la que, por hartazgo, abandona a James Bond definitivamente, Barry se responsabilizó de 11 largometrajes de la serie, entre las que cabe destacar, “Operación Trueno” (Thunderball, 1965), “Sólo se vive dos veces” (You Only Live Twice, 1967), “Diamantes para la eternidad” (Diamonds Are Forever, 1971) y “Alta tensión” (The Living Daylights, 1987).
Los años 60 en Inglaterra fueron una época de eclosión social y cultural que tuvo en la música y en el cine dos de sus manifestaciones más claras. John Barry simbolizó el cruce entre ambos caminos con sus colaboraciones en el llamado Free Cinema, movimiento cinematográfico equiparable a la Nouvelle Vague francesa que aglutinó a una serie de realizadores interesados en una renovación temática y formal que acercara el cine a la realidad del momento, con películas como “La habitación en forma de L” (The L Shapped Room, 1962) o “El Knack… y cómo conseguirlo” (The Knack… and How to Get It, 1965). Al mismo tiempo, Barry consiguió encargos cinematográficos cada vez más variados, sobre todo a partir de “Zulu” (1963), film de ambientación histórica en la que el compositor demostró su capacidad para crear una partitura épica alejada de los patrones post-románticos tradicionales. Después llegaron títulos como “Nacida Libre” (Born Free, 1966), síntesis de su aproximación pop a ambientes y texturas antes monopolizadas por el sinfonismo, un record de ventas en todo el mundo con el que Barry logró sus dos primeros Oscars (Mejor partitura y Mejor canción original); y “El león en invierno” (The Lion in Winter, 1968), película de ambientación medieval en la que el compositor sorprendió con una impresionante partitura épico-religiosa por la que obtuvo su tercer Oscar, iniciándose un nuevo camino en su filmografía, el de las películas históricas, que continuó con títulos como “El Último Valle” (The Last Valley, 1970) y “María, Reina de Escocia” (Mary, Queen of Scotts, 1971).
En los 70, y salvo honrosas excepciones, como “Robin y Marian” (Robin and Marian, 1976), Barry experimentó un bache considerable en cuanto a la calidad de los proyectos. Diversas causas influyeron en la desestabilización de una de las carreras más fulgurantes que se han conocido, entre ellas su instalación definitiva en los Estados Unidos en un momento en que el neo-sinfonismo exigía patrones a los que el británico tuvo que adaptarse. La década de los 80 supuso una parcial recuperación y la vuelta al Olimpo de los más grandes compositores. Barry, cada vez más interesado en el idioma orquestal, aunque nunca abandonaría la cualidad cantabile y la inmediatez de las melodías de corte pop ni su afinidad por el jazz cálido y sensual, destacó como uno de los más inspirados compositores de partituras líricas, algunas inolvidables como “En algún lugar del tiempo” (Somewhere in Time, 1980), “Fuego en el cuerpo” (Body Heat, 1981), “Frances” (1982), "La gran ruta hacia China" (High Road To China, 1983), y sobre todo “Memorias de África” (Out of Africa, 1984), su cuarto Oscar y uno de los grandes clásicos de la historia de la música de cine.
En 1990, tras una grave afección en el esófago que estuvo a punto de terminar con su vida, compuso una de sus mejores partituras, “Bailando con lobos” (Dances With Wolves), quinto y último Oscar, ejemplar obra sinfónica que sintetiza como pocas las cualidades de su autor. Desde entonces fueron escasas las bandas sonoras destacables compuestas por un Barry tristemente encasillado en mediocres películas románticas, viéndose relegado paulatinamente a un segundo plano de la actualidad. Hubo oportunidades para el lucimiento en las sentidas "El hombre que vino del mar" (Swept From the Sea, 1997) y sobre todo la espléndida "Jugando con el corazón" (Playing By Heart, 1998). Sus partituras para “El príncipe de las mareas” (The Prince of the Tides, 1991) y “El hombre que susurraba a los caballos” (The Horse Whisperer, 1997), fueron rechazadas, un dato significativo del cambio que se estaba produciendo en la música de cine. Su actividad pareció concentrarse en la música autónoma (reelaboraciones de partituras cinematográficas rechazadas), como los poemas sinfónicos “The Beyondness of Things” (1998) y “Eternal Echoes” (2001), donde Barry se mostraba intimista, pletórico y doloroso a partes iguales, maduro y reflexivo, inequívocamente alejado de los parámetros comerciales exigidos por la industria del cine actual cerrando así un arco profesional que describe certeramente los avatares a los que está sujeta la profesión de músico cinematográfico. Los últimos años estuvieron marcados por un severo empeoramiento en su estado de salud, motivo por el que se frustró su participación en "Los Increíbles" (The Incredibles, 2004), siendo su última banda sonora "Enigma" (2001).
Entre los prestigiosos galardones que obtuvo a lo largo de su carrera, además de los cinco Oscars ya mencionados, destacan el BAFTA honorífico recibido en 2005 así como el “Max Steiner Lifetime Achievement Award” que en 2009 le concedió la ciudad de Viena.
31-enero-2011
Gorka Cornejo
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