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Alexandre Desplat: Concierto en Barcelona Por Frederic Torres |
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Los pasados jueves y viernes, días 22 y 23 de diciembre, tuvieron lugar sendos conciertos dedicados íntegramente a la música del compositor francés Alexandre Desplat en “L´Auditori” de Barcelona, interpretados por la “OBC” (“L´Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya”), la formación titular de la sala, bajo la batuta del mismo Desplat. Previamente, el martes, día 20, el compositor impartió una clase magistral en la “ESMUC”, la “Escola Superior de Música de Catalunya”, dirigida en especial a los alumnos de la institución y de la que se hizo una nula publicidad al aficionado a la música de cine, con toda probabilidad más versado en la filmografía del autor que aquellos, a pesar de la idoneidad del marco elegido. El programa del día 22 (que fue el mismo que el del día siguiente) se dividió en dos partes de unos 40 y 45 minutos aproximadamente (que en el caso de la segunda se ampliaron más allá de los 50 debido a un par de bises), en el que destacaron las suites de “La Joven de la Perla”, “Descifrando Enigma” y, sobre todo, “El Escritor”, por lo que respecta a este segmento inicial del concierto, en el que el detallismo y delicadeza del compositor se puso de manifiesto en la magnífica creación que es el primero de los títulos esgrimidos, en la que sobresalió la sección de viento (especialmente las flautas), pasando a una tonalidad de mayor suspense y tensión en el segundo (cuya partitura estuvo nominada al Oscar hace un par de años), para exigir lo mejor de la orquesta en el tercero, la partitura dedicada al film de Roman Polanski, que dispuso de tres bloques de una espléndida y entregada ejecución por parte de la “OBC” en la que la acción dramática que caracteriza al film pudo ser paladeada en la platea con el nervio y la energía requeridas. El tema con que se abrió esta primera parte, perteneciente a la incursión de Desplat en la saga “Crepúsculo” (“New Moon”), pasó con más pena que gloria, al igual que el tema que lo cerró, perteneciente a su oscarizada “Gran Hotel Budapest”, carente de la chispeante energía vital que caracteriza la pieza en su grabación original y que en su ejecución no pasó de la mera corrección.
La segunda parte del concierto comenzó de modo mucho más potente, con un Desplat saltando sobre el atril (de hecho su entrega en este sentido fue total a lo largo del concierto, pendiente de todas las secciones de la orquesta), a fin de alcanzar el brío necesario con el que exponer el tema central creado para la última versión de “Godzilla”, en la que el compositor francés homenajea los trabajos de Ifukube para las versiones niponas de este conocido monstruo nacido del horror atómico. Le siguió una brillante selección de “El Discurso del Rey”, partitura que bien hubiera podido suponerle su primer Oscar de no haberse seleccionado en el film un conocido fragmento de la 7ª Sinfonía de Beethoven para la escena culminante del mismo, justamente la del citado discurso del título. Acto seguido, Desplat presentó su pieza para flauta y orquesta, “Pélleas et Mélisande”, una composición con vocación de concierto sin relación con el cine, que no logró impregnar pese a su refinada expresión autoral de una especial huella al aficionado, antes de abordar la suite de “El Curioso Caso de Benjamin Button”, mucho más afinada y atenta en su amplio y acompasado desarrollo expositivo. El color de la paleta del francés resplandeció de nuevo en el gran plato fuerte de la noche, con la proteica suite (por amplitud en el desarrollo expositivo) de su partitura para la conclusión de la saga de “Harry Potter” que iniciara John Williams, finiquitada en dos partes bajo el título de “Las Reliquias de la Muerte”, que Desplat supo llevar a su terreno desde unas perspectivas tan dramáticas como espectaculares.
A falta de la presencia en el programa de títulos más locales pertenecientes a la ya longeva trayectoria del compositor (no había, por ejemplo, ningún título de su relación con Audiard, o siquiera de producción francesa, más allá de los interpretados en los bises), confeccionado en exclusivo a partir de su presencia internacional (y de reciente estreno, pues se echaron en falta también algunos títulos de calidad como “La Defensa Luzhin” o “El Velo Pintado”, de estreno comercial ya más lejano), Desplat se acordó por fin de su continuada relación de trabajo con Jacques Audiard en el primer bis con la marcha de “Un Héroe muy Discreto”, para finalizar con el tema de “Coco, de la Rebeldía a la Leyenda de Chanel”, el film de Anne Fontaine protagonizado por Audrey Tautou, con el que concluyó un concierto en el que el aficionado pudo constatar el nivel de excelencia de la música del compositor así como la desbordante energía con que el francés se aplica en la batuta, donde se ganó con convencimiento y buen hacer a la orquesta, aunque algunos de sus adeptos más acérrimos comentaran que en otros eventos ha estado más dicharachero estableciendo un mayor contacto con el público que en este concierto ofrecido en la ciudad condal. Puede ser que la barrera idiomática jugara su papel en este sentido, pues no es lo mismo ofrecer una velada con su habitual “London Symphony Orchestra” en Londres o París, escenarios en los que el compositor puede establecer un diálogo más fluido con los asistentes (en uno u otro idoma), que en la presente ocasión, en la que, no obstante, se mostró agradecido de un modo continuo a la recepción del público y en la que tuvo el detalle de felicitar al final las navidades en catalán (además de dejarse agasajar con fotografías y la firma de autógrafos para con los más recalcitrantes admiradores).
En definitiva, un gran concierto, al que solo cabe poner un par de “peros” debido a la concepción de las suites, que no lo fueron tanto al no establecerse puentes entre los fragmentos, por lo que las silenciosas interrupciones entre unos y otros provocaron una relativa frialdad en el acabado de las mismas, que generó cierta desconexión con el expectante auditorio. Así mismo, soslayar la elección de un programa un tanto desequilibrado en el tiempo y los desarrollos que acabó por afectar la línea de flotación de algunos de los títulos expuestos, que tal como ya ha quedado dicho, denotaban cierta atonía y de entre los cuales otro ejemplo más sería la desdibujada suite conformada por los títulos de su colaboración con el británico Stephen Frears, “La Reina” y “Philomena”. En cualquier caso, una oportunidad de oro para conocer en directo y de primera mano la obra de uno de los primeros espadas de la música de cine internacional en lo que se antoja ha sido para los aficionados a la disciplina una de las más importantes citas del año, si no la que más.
28-diciembre-2016
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