Hans Zimmer y Harry Gregson Williams: El star system
El viernes 30 de Junio del 2006 se auguraba como el más excitante maratón de eventos del primer Festival de Música de Cine Soncinemad, con el concierto inaugural de Harry Gregson Williams como punto culminante de una jornada repleta de recuerdos inolvidables para todos los asistentes.
Tras la fantástica conferencia de los estupendos Roque Baños y Lucio Godoy e inmediatamente después del genial Christopher Young, llegó uno de los momentos más esperados de todo el festival en su primera edición; la aparición ante el público de Harry Gregson Williams y Hans Zimmer, dos de los grandes reclamos del evento en su máximo exponente de categoría internacional y calado popular, sin duda uno de los momentos estelares que contó con el mayor número de asistentes de todas las ponencias previas y posteriores, así como algunos de los momentos más interesantes y controvertidos de los vividos de forma abierta y accesible por los muchos congresistas que acudieron a aquella mañana.
Precisamente por motivos de preparación de dicho concierto no pudo hacer su aparición en el evento el asistente del compositor, el anunciado Stephen Barton, un joven talento y profesional intachable que se volcó durante más de una semana en los pormenores y preparativos de la música del autor de Sinbad y con el que hubiese sido más que interesante contar, dado su conocimiento sobre la música de Gregson Williams; pero el deber obligaba, y Barton estuvo ocupado hasta el último minuto en los detalles y directrices finales para con los solistas y la orquesta, que horas más tarde ofrecerían el auténtico espectáculo y motivo del Festival: la música de cine en directo.
Ni que decir tiene que el nombre de Hans Zimmer se encuentra por méritos propios (aceptados o no por los fans y/o detractores del compositor alemán), en la cumbre de la música de cine de nuestros días y no solo por ser la cabeza visible y piedra angular del más poderoso entramado industrial y profesional de compositores, orquestadores, músicos, técnicos y asistentes en lo que a música de éxito y reconocimiento popular se refiere en el Hollywood actual, sino también por haber alcanzado él mismo una categoría y calidad musical intrínseca indiscutible (”The Ring” , ”El Último Samurai”, ”Black Hawk Down” , ”El Código Da Vinci” ) aunque siempre polémico en cuanto a trabajos de amplia repercusión en taquilla pero de dudosa autoría y resultados sonoros familiares (”Madagascar” , ”Piratas del caribe 2: El Cofre del Hombre Muerto”). Por supuesto algunos de estos temas fueron abordados directamente durante la charla y expuestos con claridad meridiana por un Zimmer más centrado en dar el protagonismo de la misma a Gregson Williams, auténtico referente con su música del primer concierto del festival que a destacar con su presencia en el evento, cosa inevitable por otro lado dado que llegó acompañado de seguridad personal y un sequito de compañía que incluía a su hija Zoe Zimmer y algunos de los técnicos y profesionales más curtidos en el mundo de la banda sonora de las últimas décadas como Bob Badami o Ladd Macintosh. Cuando apareció en escena Zimmer, todas las miradas se centraron indefectiblemente en él y pese a su porte sencillo e intención de pasar inadvertido, el tumulto se elevó considerablemente: la estrella había hecho su entrada.
Harry Gregson Williams, por su parte levantó menos revuelo en su aparición en público, quizás por su menor popularidad, quizás por ser una persona mucho más tímida, menos habituada al público o quizás simplemente por intentar pasar más desapercibido tras la estela de Zimmer. Es curioso comprobar hasta que punto mucho del revuelo que levantan los compositores de música de cine a su paso en eventos como este sobre los fans y seguidores de su obra no es en absoluto algo común para ellos, y en una ocasión tan especial como esta (primer festival internacional importante al que Gregson Williams no solo acudía, sino que abría con su música en concierto por primera vez en su carrera) se veía algo desbordado por la presión de preparar lo mejor posible la música para su interpretación en directo y atender a un público de su música que el mismo no imaginaba tan numeroso (más de 500 personas).
En mi opinión se pudo contemplar durante la charla de Zimmer y Gregson Williams, dos de las vertientes más comunes de abordar el éxito dentro del más alto status de la música de cine respectivamente. Zimmer: la auténtica estrella consolidada en la cumbre (algo excéntrico y muy celoso de su intimidad y su persona todo hay que decirlo) y el del autor joven y reservado (con 45 años y poco más de una década de trabajo, tiene mucho que decir y demostrar todavía un compositor tan interesante) con el éxito recién adquirido que en realidad vive por encima de un mundo que se le escapa en cuanto a su repercusión sobre el mismo.
Al tratarse toda la charla de una interacción de los compositores a respuesta de las cuestiones que el público les lanzaba, que entre ellos mismos surgían o que quedaban propuestas de la mano del mediador y director en funciones de la conversación, el co-editor de esta web y co-director de Soncinemad, Pablo Nieto, la linealidad del evento no versó en forma de la progresión academicista de una entrevista con preguntas clichés o un recorrido cronológico, sino que la flexibilidad de los temas permitieron a los asistentes asistir a un salto hacia delante y detrás dentro de la relación entre compositores, sus colaboraciones con diversos directores o su modo de abordar la musicalización de sus films, algo con lo que se consiguió un ameno y distendido recorrido por distintas facetas de las personalidades de Gregson Williams y Zimmer. Además, ambos músicos mostraron entre ellos durante todo momento una complicidad y amistad más que evidente, con continuos guiños y halagos hacia sus personas, lo que acabó dando por resultado una escena de lo más agradable que se podía esperar en autores de su talla: dos amigos charlando frente a un buen puñado de aficionados a la música de cine.
Precisamente por ello y para seguir desde estas líneas una progresión más acorde con la lógica interna de todos los temas que se trataron, pasaré a sintetizar los elementos tratados con un orden más lógico que el seguido durante la conferencia y que si bien perderá la frescura de su espontaneidad y lo orgánico del mismo para con las idas y venidas de Gregson Williams y Zimmer, el no asistente al evento y tan solo lector podrá entender mejor el discurso del mismo sin verse obligado a una reelaboración del material según lo lee.
Harry conoce a Hans
Según contaron a los asistentes, Gregson Williams había estudiado en Londres en una aclamada escuela de música (Guildhall) y cuando, tras sus viajes como profesor volvió a la ciudad, conoció allí a través de un amigo común a Zimmer que provenía del pop y el rock, pero que ya era un compositor enormemente popular y pese a sus orígenes dispares enseguida entablaron amistad. El compositor alemán enseguida percibió el talento de Gregson Williams y le embarcó como asistente en su grupo de Media Ventures, siendo el primer trabajo conjunto de ambos la aclamada partitura de Zimmer ”Marea Roja” (Tony Scott, 1995), para la que el compositor de ”Spy game” haría las labores de director de coro. A partir de aquí la relación entre ambos evolucionaría de forma fructífera.
Zimmer hizo hincapié en diversas ocasiones a lo largo de la charla sobre el talento del londinense sintiéndose especialmente orgulloso de apadrinarle en el evento de su primer concierto sinfónico, algo ante lo que Gregson Williams no podía más que devolver los cumplidos. Situación que más tarde se volvería a dar en la presentación oficial por parte del alemán del concierto esa misma noche. Precisamente el londinense fue preguntado por como se sentía sobre el mismo evento que vendría a darse pocas horas más tarde, ante lo que Gregson Williams respondió mostrarse entusiasmado, ansioso porque todo saliese bien y alabó el trabajo de la orquesta poco habituada a interpretar música como la suya, más dada a responder ante las necesidades visuales que a prestarse a una sencilla ejecución en directo. Lógicamente sus composiciones interpretadas para los films por algunos de los músicos y profesionales más prestigiosos del mundo en cuanto a música de cine se refiere, mostraban una complejidad que el compositor volvió a mencionar en su breve discurso sobre el escenario más tarde en el propio concierto agradeciendo el esfuerzo realizado por todos.
Colaboraciones y directores
Ambos músicos comentaron sus populares y exitosas colaboraciones con los hermanos Scott, Tony y Ridley, con los que ambos han trabajado asiduamente, tanto el alemán con Ridley en “Black Rain” , “Thelma & Louise” o “Gladiator” ; y con Tony en “Días de trueno” , “Marea Roja” o “Fanático” . Así como el londinense de nuevo con Ridley en El reino de los cielos y con Tony (con el que parece haber conseguido ya un tandem oficial) en ”Spy Game” , ”Man on Fire” o ”Domino” .
Sobre Ridley Scott comentaron su porte elegante, de auténtico gentleman inglés y su suave y sedosa voz, con la que transmite unas ideas muy claras sobre lo que quiere y manteniendo siempre un absoluto dominio de sí mismo. Lo describieron como un hombre serio de fuerte carácter, puntual y exacto en lo que a necesidades musicales en sus películas se refiere, prácticamente el opuesto a su hermano Tony, de carácter mucho más temperamental que su hermano y con quien trabajar es un reto en cuanto a disciplina se refiere, puesto que según contaron suele llegar con horas de retraso a los estudios de grabación, donde luego a última hora siempre pide resultados perfectos. A esas alturas comentó el londinense, el ya suele tener todo el material preparado para poder trabajar al frenético ritmo que el director suele exigir.
Gregson Williams dedicó unas gratas palabras de elogio a uno de los directores fetiche en su carrera hasta ahora, el joven realizador neozelandés Andrew Adamson, responsable de los mayores éxitos de la carrera del compositor hasta la fecha; los dos films sobre el entrañable ogro verde “Shrek” y “Las crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario” . Sobre Adamson comentó ser un director con gran talento pese a su juventud con quien le había resultado especialmente gratificante trabajar.
Trabajando duro
Un elemento interesante sobre el que se puntualizó durante los comentarios sobre los hermanos Scott fue el ritmo de trabajo de los compositores, sobre el que Zimmer comentó lo duro que le había resultado acabar a tiempo su último trabajo hasta el momento del festival, la partitura de la secuela de ”Piratas del Caribe” . El compositor alemán acababa de terminarla hacía poco, tan solo unos días antes de llegar a Madrid0 y mencionó que le había costado mucho completar las dos horas de música con las que cuenta la película, algo que con lo que Gregson Williams se mostró sorprendido dedicándole alguna que otra broma a Zimmer sobre el tema en cuestión (quizás una alusión indirecta o como guiño personal a su amigo, sobre el sempiterno debate de los compositores de música adicional y la autoría de la música en los trabajos del alemán).
Precisamente con ”Piratas del Caribe 2: El Cofre del Hombre Muerto” sobre la mesa, dado lo ambiguo y controvertido de su acercamiento musical sobre al género, y siguiendo Zimmer más los postulados de su propio estilo en la acción que un acercamiento convencional (como demostró que podía hacer a la perfección en ”Los Teleñecos en la Isla del Tesoro” ), fue preguntado éste por el género que más le gustaba a la hora de componer. Ante esta pregunta, el alemán respondió jocosamente: las películas "épico-dramáticas-cómicas-terroríficas-románticas", a lo que todo el mundo respondió con una ovación y un rotundo aplauso.
La industrialización
Uno de los momentos más interesantes de la charla llegó cuando Zimmer versó sobre uno de los temas propuestos a colación de las preguntas de los asistentes; la industrialización de la música de cine y el proceso compositivo dentro de este entramado.
El compositor alemán comentó que como tal el cine es una industria, al menos en el mundillo Hollywoodiense de las grandes superproducciones en las que ellos se mueven, y que como parte de la industria la música de cine supone parte de ese mercado. No obstante según el autor de ”El Rey León” la importancia final de la música radicaba en la creación en solitario, no tanto en el proceso que podía ser más o menos tecnológico (según las fuentes de las que se dispusieran, sintetizadores, samples, etc...) sino en el momento en el que el compositor se enfrenta ante el reto de crear, de componer, de concebir la música, siendo este el instante puramente artístico. En este sentido, Zimmer declaraba que no existen las diferencias entre unos y otros compositores. No obstante no negó el hecho de que la música de cine responde ante unas necesidades industriales y que para él esa realidad no es algo negativo sino el impulso que la música necesita para reinventarse y perpetuarse.
Momentos finales
En su último tramo la charla se abrió al público y a las preguntas que cualquier congresista gustase de hacer a Gregson Williams o Zimmer, momento durante el cual se llegó a vivir un momento de cierta “tensión” al planteársele a Zimmer de forma más o menos explícita el supuesto desprecio que Ennio Morricone había realizado sobre su persona y su música al ser preguntado el maestro italiano por su opinión sobre el compositor alemán en un concierto que el compositor de ”La Misión” había ofrecido hacía poco también en España. Zimmer resolvió la papeleta con elegancia y discreción (a sabiendas de que todo el público conoce su fervor y pasión por la música de Morricone, al que en muchas ocasiones ha dedicado elogios y al que en composiciones propias ha dedicado sentidos homenajes varias veces), comentando la personalidad de Ennio y sus impresiones sobre esos supuestos comentarios despectivos que posteriormente se desvelaron como totalmente falsos, pues el autor que hizo la pregunta directamente a Morricone se contaba felizmente entre los asistentes para resolver la situación de forma contundente.
Este tema volvió a ponerse sobre la mesa en la rueda de prensa que el alemán ofrecería al día siguiente, con un espíritu mucho más jocoso, pues el propio Zimmer explicó que tan grande es su amistad con Morricone, que su hijo Andrea, tiene un espacio reservado en Remote Control para cuando trabaja en producciones norteamericanas.
Asimismo Zimmer fue finalmente aplaudido por ayudar a una enorme cantidad de músicos e incipientes creadores con la tecnología y sintetizadores que el compositor alemán ayudó a impulsar desde sus inicios y de la que ahora hacen uso muchos compositores para poder llevar adelante sus trabajos, algo sin lo cual no existiría una gran cantidad de gente capaz de trabajar en este mundo. Sin duda un excelente colofón con buen sabor de boca para Zimmer y Gregson Williams a una charla amena, distendida y cercana para todos los asistentes que la disfrutaron y que cerró el conjunto de actividades matinales del viernes en el Festival.
Acto seguido la avalancha de admiradores y fans de ambos compositores se lanzaron a la caza del autógrafo y la foto con sus ídolos; sin duda alguna ambos fueron el más claro ejemplo del star system en Soncinemad.
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