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Escape To Victory Por José-Vidal Rodríguez |
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1. LA PELÍCULA
En la ciudad de Kiev, durante la ocupación alemana de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial, algunos miembros del equipo de fútbol disuelto del “Dinamo” formaron una pequeña liguilla con la que intentar hacer olvidar, al menos durante 90 minutos, las penurias que atravesaba la población rusa ante el sometimiento nazi. Jugaban entre ellos hasta que los alemanes sintieron curiosidad y los enfrentaron a equipos formados por soldados del Fuhrer destinados en las bases de Kiev. Cuando este nuevo “Dinamo” consiguió golear a un plantel de pilotos de la Lufftwaffe, los jugadores locales nunca imaginaron las funestas consecuencias que dicha victoria les iba a acarrerar: La liga fue prohibida y mientras la mayor parte de los futbolistas ucranianos fueron arrestados por la Gestapo, cuatro de ellos serían incluso fusilados por las tropas nazis, en lo que constituyó un antagonismo extremo del “fair play” futbolístico.
Basándose en este episodio real, el afamado director John Huston se lanzó en paracaídas a rodar un filme inédito en el panorama hollywodiense; pese a los tintes bélicos de la historia, la trama se centraba en un deporte como el fútbol con escaso arraigo en una sociedad norteamericana más gustosa de ver películas sobre béisbol o baloncesto. El riesgo comercial al producir el filme con capital yanqui era por lo tanto más que evidente.
El guión inicialmente propuesto partía de aquellos hechos verídicos, aunque modificados en el siguiente sentido: Un grupo de prisioneros aliados sería escogido para jugar un partido contra una selección nazi, como acto propagandístico en honor al Führer. Para asegurarse un resultado lo más contundente posible, los alemanes propondrían un pacto imposible de rechazar: Si los aliados se dejaban ganar, serían puestos en libertad en la mismísima frontera Suiza; pero si por el contrario se les ocurría batir al equipo nazi, serían inmediatamente fusilados. La historia se cerraba con la heroica victoria del equipo aliado y el consecuente final trágico.
Sin embargo, este desenlace no gustaba para nada a la productora Lorimar, más interesada en financiar una película de aventuras con final feliz antes que un drama como el propuesto. De esta forma, los guionistas Yabo Yablonsky, Djordje Milicevic y Jeff Maguire rescribieron el argumento para presentar lo que sería el guión definitivo de “Victory”, título que por razones de copyright fue cambiado en Europa por el de “Escape To Victory”: John Colby (Michael Caine) es un oficial británico recluido desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Gensdorf. Futbolista de su selección antes de ser llamado a filas, recibe un buen día la visita del Mayor Von Steiner (Max Von Sydow), militar enamorado del buen fútbol el cuál le propone un reto que acaba aceptando: Disputar un partido contra una selección de estrellas alemanas, con la Francia recién ocupada como escenario del encuentro. Para ello, Colby deberá conformar un equipo entre los prisioneros aliados del campo y prepararlo en tiempo record para llegar en condiciones al día del choque. A cambio, Steiner promete a todos los integrantes de esta inédita selección un trato especial, amén de una serie de privilegios con los que aliviar su penosa situación de reclusión. Advirtiendo las evidentes intenciones propagandísticas de la oferta, varios Oficiales británicos del campo ven con recelos la postura de Colby al prestarse a tan bochornoso espectáculo. Pero como no hay mal que por bien no venga, el sí del inglés es aprovechado por este grupo de militares para idear un plan de fuga del equipo durante el descanso del partido, con el fin de dar un golpe de efecto mediático que ridiculice a las altas esferas del Tercer Reich. Para ello, contarán con la inestimable ayuda de la Resistencia francesa, así como de Robert Hatch (Sylvester Stallone), un soldado norteamericano que por circunstancias del destino acabará convirtiéndose en el guardameta de aquella selección.
Aceptada esta nueva trama por la productora, el siguiente paso sería comenzar a conformar el casting de la película. Aquí Huston tuvo total libertad para optar entre contratar actores profesionales, o por el contrario buscar un reparto formado exclusivamente por jugadores de fútbol auténticos en pos del realismo. Y con muy buen tino, el de Missouri se decidió por una curiosa mezcla, contando con artistas de la talla de Michael Caine o Max Von Sydow a los que darían la réplica un plantel de míticos futbolistas profesionales que poco o nada tenían que ver con el medio audiovisual, tales como Pelé, Bobby Moore u Osvaldo Ardiles. Jugadores casi todos ellos que se hallaban ya retirados, por lo que sus físicos encajaban a la perfección con los de aquellos demacrados prisioneros aliados que no disputaban un partido desde hacia años.
Gran parte del filme se rodó en Hungría, principalmente porque las modestas calles del Budapest de principios de los 80 conservaban todavía una estética muy similar al Paris ocupado por los nazis. Además, en la capital húngara se encuentra el estadio del MTK, una vetusta construcción que imitó a la perfección al recinto de Colombes en donde se disputa el partido en cuestión. La dirección artística buscaba unas instalaciones de cierto aforo que no fueran excesivamente conocidas por el público, para simular con ello su ubicación ficticia en Paris. Por otro lado, para dotar de mayor realismo a la producción, el MTK era de los pocos estadios oficiales en el mundo que por aquella época carecía de focos de iluminación, inéditos también en el momento cronológico de la trama. Tras un rodaje salpicado de curiosas anécdotas (el odio que acabó cogiendo Michael Caine a la ciudad post-comunista de Budapest, la ignorancia supina de Stallone que le llevó a proponer un cambio en el argumento para que su personaje de portero lograra un gol...), “Evasión o Victoria” se estrenaría finalmente en el año 1981. Frente a lo que cabría temer, el público norteamericano reaccionó relativamente bien en taquilla; eso sí, movido más por el nombre del legendario cineasta que por verdadero interés en el tema del soccer. De todas formas, no sería sino en Europa en donde el filme alcanzó la cuota mayor en número de espectadores. Un éxito que los años no han hecho sino acrecentar, pues no en vano para muchos sigue siendo a día de hoy la mejor película con el fútbol como protagonista.
Por su parte, la crítica cinematográfica se dividiría en dos bandos: Mientras cierto sector calificó la obra como un entretenido filme sin pretensiones, un grupo de críticos centraron sus iras en la figura del director John Huston, al que acusaron injustamente de estar más preocupado en llenarse los bolsillos que en respetar su intachable curriculum plagado de obras maestras tales como “La Reina de África” o “El Hombre que Pudo Reinar”. Fueron los mismos que vieron en “Victory” un proyecto superficial en manos de un cineasta demasiado encumbrado como para aceptar encargos tan triviales. De esta forma, no pocos tildaron al filme de imitación velada de “La Gran Evasión” o “El Puente sobre el Río Kwai”, con el tema de la camaradería militar disimulado aquí bajo la metáfora del equipo de fútbol. Al respecto, es obvio que la película no puede sino tacharse de atípica en la filmografía del director. Compararla con aquellas inolvidables producciones de Huston sería poco menos que una herejía. Pero ello no quita para reconocer que, aún cuando haya quedado como obra menor en su carrera, “Escape To Victory” es a todas luces un correctísimo ejercicio de cine bélico, con una original trama favorecida por ese acercamiento al tema del fútbol tan sumamente elegante y de tan gran plasticidad; sorprendente en un cineasta al que no le importó reconocer su ignorancia en este deporte. Parte del mérito de lo anterior hay que reconocérselo a ese monstruo del balón llamado Pelé, que no contento con interpretar uno de los papeles principales, fue a la postre el encargado de “coreografiar” todas y cada una de las escenas en las que hubiese una pelota por medio.
El filme fue publicado hace unos años en formato DVD tan sólo en el mercado norteamericano; curiosamente en Europa, en donde con mayor numero de seguidores cuenta la cinta, permanecía inédito en soporte digital. No ha sido hasta finales de noviembre del 2005 cuando el DVD ha visto finalmente la luz en el viejo continente, circunstancia que sin duda habrá ayudado a la publicación final de su espléndida banda sonora.
2. LA MÚSICA
Para poner acordes a esta epopeya deportiva, un nombre surgió inevitablemente de la cabeza pensante de la Lorimar: Bill Conti. Una elección en la que nada tuvo que ver esta vez Sylvester Stallone, amigo del compositor y cuyos caminos se han cruzado en más de una ocasión. El principal valedor de Conti sería el productor Freddie Fields, con el que ya había colaborado en uno de los primeros filmes de Jonathan Demme, “Handle With Care”. Su intervención parecía a priori necesaria, ya que el músico de Rhode Island se había ganado la fama ya por entonces de todo un referente en el cine deportivo, gracias sobre todo a sus acertados scores para la saga “Rocky”. Pero por otra parte, su contratación planteaba a priori una duda fundamental: ¿Sería capaz de imprimir el dinamismo justo a un filme en el que su estilo rítmico setentero resultaría a todas luces anacrónico? Y por otro lado, ¿sabría el Conti sinfónico de “F.I.S.T.“ adaptar sus propuestas a las exigencias de una producción con el deporte rey como hilo conductor, pero ambientada en la Segunda Guerra Mundial?. Las dudas las despejaría Bill de un plumazo escribiendo un trabajo sencillamente extraordinario, sin lugar a dudas una de sus grandes obras. Si bien influenciado por estilos musicales como los de Elmer Bernstein o Malcom Arnold, Mr. Conti logra fusionar de manera ejemplar las dos ideas centrales sobre las que se asienta el argumento: La heroicidad de un grupo de soldados más allá del frente de batalla y la plasticidad de un deporte que por algo encandila a medio mundo.
El músico, que como John Huston no debía andar muy ducho en conocimientos futbolísticos, resuelve el encargo ofertando un cúmulo de melodías de impetuoso acabado sinfónico, con potentes cuerdas y unos omnipresentes metales presidiendo la contundente interpretación de la Hollywood Symphony Orchestra; de esta forma, al no poder acudir a la vivacidad de sus conocidos ritmos pop, el compositor opta por manejar texturas eminentemente clásicas que dotan al filme del justo grado de épica, y con las que además logra dinamizar ciertas escenas preciosistas grabadas en la memoria de todo buen aficionado al soccer. En términos generales, apreciamos a un autor inspiradísimo aún en los instantes más intrascendentes del filme, e incluso en ocasiones por delante de las imágenes a las que pone música. Una de las cosas que siempre ha resaltado Conti de su intervención en “Victory”, es el escasísimo contacto profesional que tuvo con el director Huston, debido a una enfermedad que tuvo al de Missouri postrado en cama durante gran parte de la post-producción. En este sentido, su libertad a la hora de componer resulta evidente, pues únicamente Bill se limitó a seguir la indicación del productor Freddie Fields para que compusiera “una partitura con sonido grande” (¡y vaya si lo hizo!).
Más de 20 años han tenido que pasar para que podamos disfrutar con la edición oficial de una banda sonora anhelada por muchos. Si bien durante cierto tiempo ha circulado un bootleg de sonido horroroso y de presentación aún peor (con el apellido “Conty” presidiendo su paupérrimo diseño), lo cierto es que el score se había convertido en uno de las grandes incomprendidos del coleccionismo moderno; de hecho, fuera de la pasión que podamos sentir algunos por esta banda sonora, no hay duda de que la misma reunía en principio todos y cada uno de los requisitos para convertirla en una edición al menos interesante para el aficionado medio, incluido el carácter de obra capital en la carrera de su autor.
Quizás la despreocupación de Bill por ver publicados sus trabajos ha provocado que los masters de “Escape To Victory” se guardaran hasta la fecha en el fondo de algún archivo musical, esperando que una discográfica apostara por ellos. Como ha hecho ahora el sello belga Prometheus, que nos ofrece un compacto de muy buen sonido -si disculpamos ligeras distorsiones en los micrófonos-, aunque condicionado por una parca presentación (debido en parte a supuestos problemas con las licencias que han impedido incluir ni una sola foto del filme). Incluso en los créditos del CD se olvida la figura del orquestador, Peter Meyers.
De todas formas, el compacto que ahora llega a nuestras manos presenta por fin el score original escrito -desgraciadamente no en su totalidad- junto con tres temas adicionales estructurados como bonus tracks, en lo que muy probablemente será una de las ediciones limitadas más codiciadas de los últimos tiempos.
3. LA EDICION TEMA A TEMA Aviso para aquellos que no hayan visto la película: El siguiente análisis incluye spoilers o comentarios reveladores del final del filme, inevitables a la hora de entender el contexto de cada tema y su relación con las imágenes.
1. VICTORY - Main Title: Las escenas de un convoy militar sobrevolado por un escuadrón de bombardeos nos sitúan en plena Segunda Guerra Mundial. Conti presenta ya en estos títulos de crédito apuntes de las tres melodías fundamentales del score: En primer lugar, el “tema de la Victoria”, introducido por metales y percusión militarista, y ejecutado finalmente por unas cuerdas de corte épico tan pronto como vemos el rótulo de “Victory” en la pantalla. Tras el primer minuto de duración, oiremos una breve insinuación de otro de los motivos centrales, la ”marcha de los aliados”. A partir de ahí, las imágenes se centran en dos coches que poco a poco van acercándose al primer escenario clave de la trama, el campo de prisioneros de Gensdorf. Es en este momento cuando se da paso al tercer y agresivo leitmotiv incluido por el corte, el que podríamos denominar “tema de Gensdorf”. Para asociar esta frase musical a la siniestra muestra del poderío nazi, Conti se sirve de un martilleante piano puntualizando rítmicamente el sonido de las trompas, que entonan sus notas en un registro grave y sombrío mientras las maderas actúan de contrapunto armónico.
2. The Team Uniforms: Si el tema principal ya posee virtudes suficientes para enganchar al oyente, qué decir de la soberbia marcha que oiremos a continuación. Conformado el equipo, llega la hora de los entrenamientos de verdad. Los chicos de Colby se visten por primera vez con los uniformes oficiales del partido, mostrando unos cuerpos que distan mucho de estar en forma. Ello provocará las burlas del resto de prisioneros, lo que inspira a Conti para arrancar la música en clave socarrona, con las tubas y la percusión de madera enfatizando las risas y comentarios jocosos de los que serán victimas los futbolistas. Pero inmediatamente después y sin abandonar este tono simpático inicial, el autor desarrolla en su plenitud la frase melódica en la que basa el tema, tan pronto como Pelé y compañía empiezan a dar muestras de su clase futbolística oculta hasta ahora bajo las penurias del conflicto bélico. Oiremos así una dinámica presentación de esta “marcha de los Aliados”, que se convertirá en otro de los motivos principales del álbum a medida que nos acerquemos al partido final contra los nazis. La pieza tal y como sonaba en el bootleg, se cerraba de nuevo en tono humorístico cuando Pelé explicaba pizarra en mano su peculiar estilo de juego ofensivo; pero estos 30 segundos han sido incomprensiblemente eliminados del presente álbum de Prometheus.
Quizás sea ésta la sintonía más famosa de la partitura y la que a la vez presenta mayores paralelismos con el tema principal de “La Gran Evasión”, no sólo por esa estructura y orquestaciones tan similares, sino también por cierta frase que nos lo recuerda bastante. Si bien dista mucho de ser un plagio, hay que reconocer que Conti debió tener muy presente la famosa sintonía de su colega Bernstein a la hora de afrontar esta espléndida marcha, ya fuera buscando guiños paródicos o sencillamente por influencia directa.
3. Match’s Getaway: El corte más incidental del álbum. Es también el único inédito para el aficionado, puesto que esta pieza no fue incluida en su día por el compacto pirata. No en vano, ni siquiera su primer minuto y medio suena en el filme. El tema sirve de acompañamiento a las escenas de la fuga de Hatch de Gensdorf a través de las duchas habilitadas para el equipo aliado. Una evasión tan sólo temporal, puesto que tiene como único objetivo contactar con la Resistencia francesa y trazar el plan de huída del partido. Por tanto y aunque en estos instantes lo desconoce, el americano deberá dejarse capturar por los nazis para regresar al campo y revelar dicha información a los Oficiales británicos.
La música adquiere aquí un cariz de tensión y de excesiva incidentalidad que convierten a esta pista en la menos disfrutable de todo el compacto. Conti se limita así a cumplir su función de acompañamiento con dos minutos de marcado carácter ambiental para su escucha aislada.
4. The Paris Express: El equipo de Colby prosigue los entrenamientos, por lo que oiremos en el inicio del tema una serie de alegres variaciones de la frase inicial de la “marcha de los Aliados”. Inmediatamente después, las imágenes se centran en un Hatch huido del campo la noche anterior que coge un expreso con destino a Francia. Por ello, Conti recupera el incesante piano usado en el “tema de Gensdorf” tan pronto como vemos a Stallone recorrer cauteloso el metro de Paris para acudir a la cita con los rebeldes franceses. La oscuridad de los acordes denota la tremenda tensión de un prisionero fugado caminando por las calles de una ciudad tan infestada de nazis como la parisina de aquél entonces.
5. Team Outing: Ha llegado el momento de la verdad. El día de un partido cuyo desenlace quedará en principio inconcluso por la huída prevista de todo el equipo aliado. Conocedor del plan, el portero Hatch se muestra sin embargo muy tenso durante el trayecto en tren que les lleva de camino al escenario del choque, el estadio parisino de Colombes. Su inseguridad explica la simpática anécdota surgida cuando le pregunta a Colby acerca de dónde debe colocarse como guardameta en un córner.
Conti enfatiza estos momentos de nerviosismo con una serie de melodías pausadas, cuyo tempo se irá acelerando a medida que se sugiere el grueso de acordes militaristas asociados a las imágenes de las medidas de seguridad con las que los alemanes fortifican el recinto. Muy interesante resulta el efecto contundente de los cornos, que la orquestación reserva a las secuencias del desfile de soldados y vehículos apostados en los alrededores de Colombes.
6. Krauts On A Roll: Estamos ante el tema de acabado más dramático de todo el disco. El partido ha arrancado y las cosas no marchan bien para los chicos de Colby. No sólo se ven superados por unos jugadores en mucho mejor estado físico que ellos, sino que además el árbitro se muestra especialmente permisivo con el juego violento de los nazis. Son momentos críticos para los aliados, ya que transcurridos unos pocos minutos el equipo pierde 3-0. Por ello, la música subraya el dramatismo de unos futbolistas rotos y superados por los acontecimientos, en base a una frase a cuerdas que arranca en tono casi elegíaco, pero que paulatinamente adquiere en su desarrollo una mayor contundencia tan pronto como interviene -una vez más- la sección de metales. Al respecto, son los golpes de percusión y las trompas los recursos orquestales utilizados para describir las numerosas entradas duras con las que los alemanes despachan a los aliados ante la pasividad del árbitro.
7. Don’t Leave: Sin abandonar el tono melodramático anterior, veremos sin embargo como esta pista depara un momento de alegría contenida. La retirada momentánea de Pelé del campo, lesionado en las costillas, envalentona al plantel aliado y le hace reaccionar marcando el 4-1. Son instantes de ligero júbilo para unas gradas hasta ahora mudas ante la tremenda paliza sufrida por Colby y compañía. Aun sin ver la escena, el oyente podrá predecir el momento exacto del gol por el entusiasta crescendo utilizado para describirlo. Un recurso que no sólo sirve para enfatizar la alegría por dicho gol, sino que además se amolda nota por nota a la secuencia de la galopada aliada hasta el área germana, culminando en tono jubiloso con el tanto logrado por el personaje de Bobby Moore.
8. Let’s Go Guys: Estamos ante la pieza de mayor duración del álbum y ante todo un ejemplo de sincronía con las imágenes. Su título ya da pistas del tremendo arranque de música épica que nos depara su audición. Durante el descanso, el equipo en pleno intenta convencer al portero Hatch para que no huya por el túnel recién abierto por los franceses; en un arranque de heroicidad, están convencidos de poder ganar, y así el “We Can Win!” es entonado por todos al unísono. La duda que plantea el título del filme en castellano se ve resuelta en el instante en que los futbolistas deciden quedarse para remontar un partido francamente complicado, con un Stallone que aún no se explica cómo ha sacrificado su fuga en detrimento de un partido que les devolverá de regreso a reclusión.
La “marcha de los Aliados” presenta entonces su más radiante versión cuando vemos a los jugadores salir orgullosos de los vestuarios, ante la atónita mirada en el palco de los Oficiales ingleses que les creían ya huidos. Como la moral del equipo está por las nubes, Conti se contagia y rescribe el leitmotiv con unos arreglos orientados a expresar el optimismo y la tenacidad que ha llevado al grupo a renunciar a la evasión en pos de dar la vuelta al marcador. Recordemos que el resultado en el descanso es 4-1, y lo que a partir de ahora nos deparará el filme tanto en imágenes como en música, ha quedado sin duda grabado con letras de oro en la historia del cine deportivo.
Bajo este nuevo talante con el que los aliados saltan al campo, el tono musical cambia radicalmente. El acercamiento dramático del primer tiempo da paso a un arranque de dinamismo exacerbado, salpicando los acordes a base de crescendos, ostinatos, ritmos sincopados y demás recursos clásicos con los que Conti traduce al papel el sensacional juego desplegado ahora por los pupilos de Colby. Para entendernos y salvando las distancias, la música a partir de ahora tiene una significación sonora con respecto a las imágenes similar al efecto logrado con el “Gonna Fly Now” de “Rocky”. Es como si todo la película nos fuera preparando melódicamente para estos instantes de arrolladora jovialidad, de forma prácticamente análoga a lo que acontecía con las famosas escenas de preparación del boxeador. No en vano, los fans avispados del compositor reconocerán ciertos fragmentos del “Conquest” de Rocky 2 sugeridos a partir del primer minuto.
Por si fuera poco, la pista incluye uno de los momentos más emotivos musicalmente hablando del filme, y me atrevería a decir que de la carrera de Bill Conti. Situémonos: Minuto 3:18 del corte. Un precioso auto-pase de Osvaldo Ardiles sirve de excusa al compositor para introducir una nueva y deslumbrante melodía a cuerdas no escuchada con anterioridad, que por sí sola ya conformaría el magnífico tema central de cualquier filme. Música sublime -con aires precursores del ”Elegidos para la Gloria”- que llega a poner los pelos de punta en un arranque de distinción melódica apabullante.
Si tenemos en cuenta la importancia lírica de este fragmento, usado sin embargo en un momento no necesariamente trascendental del filme, entenderemos por fin la enorme variedad temática de la partitura y cómo el señor Conti echó el resto en todos y cada uno de sus acordes.
Tras cerca de cinco minutos que se nos hacen cortos, la pista se cierra con un sombrío stacatto interrumpiendo aquel optimismo inicial, asociado al gol anulado a los aliados que hubiera supuesto el 4-4.
9. Start Kick: La presencia de Pelé en la película tiene un porqué. No sólo ya por su labor de asesor en el filme, ni por sus sorprendentes dotes para la interpretación (está francamente correcto durante todo el metraje); Pelé debía estar en el reparto porque él y sólo él puede conseguir, aún volviendo al campo con las costillas rotas, el maravilloso gol que le vemos marcar a continuación. La belleza de la “chilena” con la que logra el empate (aplaudida incluso con deportividad por el Mayor Von Steiner), es retratada de manera soberbia por John Huston mediante un montaje de secuencias a cámara lenta de una plasticidad ciertamente destacable. Y estas imágenes se ven sin duda favorecidas por la sensibilidad con la que Conti se aproxima a este episodio clave del partido. Maderas sumamente expresivas, acompañando los calculados movimientos del brasileño e interpretadas con la cadencia justa requerida por aquéllos planos a cámara lenta, desembocan en el stacatto y posterior fanfarria continiana en el instante en que el balón entra en la red.
Como ya sucedía con la anterior frase melódica de Osvaldo Ardiles, la música consigue otra vez eclipsar a unas imágenes cuya belleza de por sí queda fuera de toda duda.
10. Match’s Revenge: No sólo Pele tiene su momento de gloria en el filme, sino que Sylvester Balboa Stallone se convierte en héroe al detener un penalty segundos antes de acabar el partido. Un empate final que sabe a victoria. El júbilo invade las gradas, y por ello la música se presenta ya sin tapujos en su vertiente triunfal, con dos partes claramente diferenciadas: Un primer momento en clave heroica, a base de superponer Conti varios de sus típicos arranques de metales justo cuando Stallone atrapa el balón; y posteriormente en tono épico, sonando el “tema de la Victoria” en el instante en que los 50.000 espectadores invaden el terreno de juego y la multitud comienza a arropar a los jugadores aliados para facilitarles su huida por las mismísimas puertas de acceso al estadio. Mientras tanto en el palco, Max Von Sydow sonríe ante una fuga que seguramente le costará su carrera; pero con su expresión no hace sino reconocer que el glorioso espectáculo ofrecido por el plantel de Colby merece al menos la recompensa de la libertad. Un final apoteósico en el que Bill nos regala una muestra más de sus epílogos entusiastas tan característicos en este tipo de partituras, con timbales de cierre incluidos.
11. VICTORY - End Credits: Acompañando unos créditos finales en los que se muestran los nombres y nacionalidades de cada jugador, el score acaba con una reinterpretación de todos los motivos principales de la partitura, dando especial relevancia a la archiconocida “marcha de los Aliados”. También se incluyen algunos arreglos tan sólo oídos anteriormente en el “Main Title”, aunque Conti evita hacer referencia a aquel sombrío motivo de Gensdorf teniendo en cuenta el final feliz del filme.
12, 13 y 14. The Teams Uniforms (Dub 2), Let’s Go Guys (Dub 2) y Match’s Revenge (Dub 2): En forma de bonus tracks el CD se cierra con supuestas versiones alternativas de los tres temas más significativos. Y digo “supuestas”, porque a los que esperábamos oir fragmentos distintos a los originales se nos cae el alma a los pies ante este pequeño “tongo” perpetrado por los chicos de Prometheus: Estos cortes son en realidad absolutamente idénticos a los que pretenden reversionar, con la única diferencia de puntuales variaciones en las mezclas casi imperceptibles para el oyente. Por si fuera poco, presentan un sonido en ocasiones distorsionado a causa probablemente del mal estado de los masters.
Los temas no editados.
Aquellos que hayan visto la película tantas veces como el que esto escribe, echarán en falta varios fragmentos musicales excluidos de la presente edición. Efectivamente, aun cuando los temas más notorios suenan en el compacto, hay por el contrario ciertos cortes cuya publicación esperemos algún día se produzca.
El caso más flagrante es el relativo a la primera de las dos piezas de entrenamiento de los aliados, aquella que suena justo antes del “The Teams Uniforms”. Una variación más pausada y mucho menos épica del “tema de la Victoria” que curiosamente sí era recogida (pista 2) por el horrendo bootleg tantas veces mencionado. No es que se trate de un tema trascendental, pero sinceramente no alcanzo a comprender las razones de su no inclusión en el compacto oficial.
Otras melodías aún inéditas son, por ejemplo, la música disonante que suena durante la las escenas de construcción del túnel de fuga por los franceses; la versión del “tema de la Victoria” que Pelé interpreta en el barracón del campo con su armónica; o la jovial rendición de la marcha aliada oída cuando Stallone revela sus dotes de portero ante los compañeros de equipo. Aunque probablemente la más destacada sea aquella pieza presidida por unos interesantes pizzicattos que suena cuando un fugado Hatch se deja atrapar por los nazis para así regresar al campo de concentración y relatar a los Oficiales los detalles del plan de evasión.
De todas formas, hablamos de algo menos de 10 minutos de score sin publicar, en un filme que aún durando cerca de dos horas presenta numerosos pasajes sin música.
Por ello, el desconsuelo por no tener la partitura completa se ve compensado ante la aparición por fin del compacto oficial con el que disfrutar las enormes virtudes de uno de los mejores trabajos en su género de la década de los 80. Razones suficientes para agradecer al sello Prometheus el lanzamiento de esta obra indispensable en la filmografía de un autor no excesivamente pródigo en cuanto a publicaciones discográficas se refiere.
30-diciembre-2005
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