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Estrenos Agosto-Septiembre 2005 Por Miguel Angel Ordóñez |
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| Duma 2005 Debney, John
En la filmografía de Carroll Ballard abundan las historias relacionadas con el ecosistema del planeta (el mar en “Wind”, Alaska en “The cruelest winter”) y con sus legítimos propietarios, los animales (el caballo en “The black stallion”, el lobo en “Never cry wolf”, los gansos en “Fly away home”), donde denota su preocupación por el equilibrio del sistema natural y por las consecuencias terribles en los actos de los hombres. Un cine comprometido de desigual resultado artístico, desde la emocionante “Volando libre” hasta la aparatosa “Wind”. En “Duma”, Ballard se adentra de refilón en los problemas de las reservas surafricanas, de la venta de especies y de la vida en armonía entre nativos y animales salvajes en la sabana, bajo el manto de una historia que refleja la amistad de un niño con un guepardo, al que había criado en cautividad, y el viaje iniciático que emprenden ambos en la vuelta del animal, ya adulto, a la reserva donde nació. Pese a su envoltorio agradable, “Duma” peca de cierta irregularidad narrativa, de una indolente falta de emoción en su tono semi-documentalista. La escasa profundidad psicológica del nativo convertido en ladrón de medio pelo que acompaña a los dos protagonistas y que acaba redimido junto a los miembros de su clan, se convierte en un lastre que supedita los resultados del filme.
El score lo firman John Debney y el desconocido George Acogny. El primero se ha encargado de las partes orquestales, empleo de sintetizadores y percusión, mientras Acogny queda acreditado como responsable de guitarras, percusión y los temas vocales africanos que abundan en esta partitura. Sin duda su trabajo como supervisor musical en otras películas pesa en la recopilación de los tradicionales que cohabitan con la partitura original, temas vocales interpretados por el Majuba Choir bajo orquestaciones de Pete Anthony. De todo este batíburrillo queda claro que nos encontramos ante un score étnico repleto de percusiones exóticas con apoyo electrónico. Sin leitmotiv consistente, el trabajo incide en el uso de violentas percusiones que acompañan las andanzas de los personajes: cuando Duma caza por primera vez de vuelta a la sabana y con nulos resultados o cuando los héroes huyen del amenazador desierto, el ritmo adrenalítico de la percusión adereza la acción. Hallazgos interesantes como el empleo de voces amenazantes en el ataque de los cocodrilos suponen los momentos mas interesantes de un score que siempre se queda a medias debido, especialmente, a un montaje donde se cercenan la mayoría de los subrayados musicales. Cuando la cuerda emerge el trabajo se vuelve melódico y gentil, consiguiendo un tema épico de gran belleza en la huida de la cueva, en una escena donde la naturaleza africana en forma de cascadas convierte lo inhóspito en un lugar acogedor. Afortunadamente, Varese Sarabande ha anunciado la edición del score para el mes de Noviembre, varios meses después del estreno. Será el momento oportuno para analizar un trabajo sensible e interesante que no puede enjuiciarse adecuadamente dentro del filme, gracias a un montaje que deja la mayoría de cortes sin desarrollar o bien se haya repleto de meros apuntes ambientales.
Fecha de estreno: 19-Ago-2005 |
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| Are we there yet? (¿Cuándo llegamos?) 2005 Newman, David
Comedia familiar dirigida por el artesano Brian Levant que explora, por enésima vez, las dificultades del novio de una divorciada de buen ver para ser aceptado por sus hijos. El filme responde a la nueva moda del cine americano de presentar a un tipo duro (Ice Cube en este caso) como canguro amoroso de niños infernales (recordemos la reciente de Vin Dissel, “Un canguro superduro”). El éxito de taquilla en los Estados Unidos de esta simple y lamentable cinta abona el camino al posible desembarco de subproductos futuros que revisiten el tema. La trama y la narración están llena de tópicos facilones limitándose a mostrar una sucesión de gags donde los insoportables mocosos acaban haciendo la vida imposible al fortachón de turno. Sin comentarios.
Por las comedias de Levant han pasado toda suerte de compositores. Randy Edelman (“Beethoven”), David Kitay (“Este chico es un demonio”), John Debney (“Aventuras en Alaska”), pero ha sido con David Newman con el que ha colaborado en mas ocasiones (“Los picapiedra” y su secuela, “Un padre en apuros”). En esta, su cuarta película juntos, Newman aplica tópicos en la misma línea que Levant. No es de extrañar en un compositor cuya filmografía en un 65% está asociada a la comedia. Poco mas puede aportar al tema. Pero en fin, al menos el trabajo del compositor se antoja profesional y correcto. Sorprende la variedad temática de la composición, puesto que Newman realiza un compendio de ritmos musicales que tiende a asociar con personajes y situaciones. Para los insufribles niños acude al mickymousing aplicando técnicas propias de la animación, puesto que estos se limitan a realizar trastadas sin entrar en ningún momento a subrayarse la inexistente relación con el padre ausente. A Ice Cube se le asocia el inevitable funky, incluyendo Newman una sugerente voz femenina cuando queda prendado de la madre a conquistar. Un vivaz tratamiento de la acción (donde Newman demuestra sus mejores bazas), pasajes que remiten al concepto musical de su hermano Thomas, empleo de swing-jazz a lo “Bowfinger” y acaramelo piano para las escenas de amor y para el inevitable cariño que los enanos acaban dispensando al fortachón, son el resto de ritmos a los que acude el compositor en esta amalgama atractiva y funcional donde Newman se lo pasa en grande con sus tour de force orquestales para gags en exceso convencionales.
Fecha de estreno: 26-Ago-2005
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| A sound of thunder (El sonido del trueno) 2005 Glennie-Smith, Nick
Bajo el manto de un relato del novelista, ensayista y poeta Ray Bradbury, el director especializado en el género de la ciencia-ficción Peter Hyams, indaga en las consecuencias que para la evolución de las especies puedan tener los viajes a un tiempo pasado. Premisas atrayentes en el conjunto de una obra como la de Bradbury (“Crónicas marcianas”, “El hombre ilustrado”, “Fahrenheit 451”…..) preocupada por las consecuencias tecnológicas, el miedo a la muerte, el racismo, la censura y el futuro de la Humanidad. Dejando a un lado premisas potencialmente interesantes, “El sonido del trueno” es una fallida muestra mas de la obsesión hollywoodiense por el lanzamiento de productos comerciales sin un mínimo de rigor. Desenfrenada, de ritmo trepidante pero de resultados irrisorios, la cinta carece de construcción narrativa centrándose únicamente en ofrecer inverosímiles vueltas de tuerca evolutivas asentadas en unos efectos digitales pobrísimos, en especial en el apartado de las trasparencias. En ningún momento se opta por razonar, y lo que es mas importante, involucrar al espectador en los peligros de la tecnología en manos de hombres que juegan a ser dioses, sino mas bien ofrecer espectáculo a cualquier precio atentando contra la inteligencia del que paga la entrada, vamos…. del que sustenta el negocio. Una temática sobre la que Hyams ya había errado estrepitosamente en sus huecas “Timecop” o “El fin de los días”. Nada nuevo.
La contribución de Nick Glennie-Smith a este espectáculo bombástico pero vacío es sorprendentemente atrayente. Sabiendo sacar partido, de manera admirable, del tono oscuro del filme, su partitura es amenazante y musculosa, precisamente lo que no logra el director en su terreno. Funcionando como espectáculo grandilocuente gracias a un tema central patriótico y épico dominado por arpegios tensos y dinámicos, la partitura gira hacia el suspense cuando el safari temporal insinúa el peligro en los cambios evolutivos, potenciando aquello donde Hyams peca por defecto, con empleo de apoyo electrónico. La escena que desencadena el inevitable cambio evolutivo supone un nuevo giro musical hacia el terror, logrando poderosos y amenazadores efectos en la cuerda que crean desasosiego. El score se completa con un amplio glosario de motivos de acción que acompañan la parte del filme mas adrenalítica (la potenciada lamentablemente en el montaje), donde Glennie-Smith logra momentos de gran interés con su agresivo empleo de la orquesta utilizando técnicas y un estilo musical muy cercano al gran Jerry Goldsmith. Dejando a un lado el tufo evidente a “Blockbuster” veraniego de la cinta, es el trabajo de Nick el que se muestra mas reflexivo con el concepto de amenaza introducido por Bradbury en el relato yendo mas allá de un mero subrayado elocuente. Se le augura al compositor un futuro lejos de Mediaventures, puesto que su sólida formación debe abrirle el mismo camino iniciado por John Powell en fechas pretéritas.
Fecha de estreno: 26-Ago-2005
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| The descent 2005 Julyan, David
El director de “Dog soldiers”, Neil Marshall, se adentra de nuevo en el terror para firmar una estimable cinta que peca de todos los defectos del actual cine de terror (poca profundidad de personajes, sobresaltos gratuitos…..) pero que contiene un compendio de virtudes que la destacan del resto. Seis amigas, aficionadas a los deportes de riesgo, se reúnen para realizar espeleología en una inexplorada cueva con la excusa de superar el trauma de una de ellas. Esta potencial película de serie B sorprende por mezclar hábilmente los formatos de cine de acción (los primeros cuarenta minutos) y de terror, con giros argumentales inesperados. La película pasa del thriller al gore gracias a la opresiva y claustrofóbica visión del director que homenajea el “Aliens” de Cameron y el “Carrie” de De Palma. Su inesperado final, con el que juega claramente a distanciarse de las producciones del género y de sus forzados happy-end (en realidad ofrece dos finales en uno), deja al espectador atónito por su combinación de tópicos y su irreverente interés por ofrecer fantasía asentada en estructuras narrativas casi documentalistas. Un juego malsano.
El hasta hace bien poco compositor habitual del sobrevalorado director Christopher Nolan, David Julyan realiza un trabajo tosco y aburrido. El tema central de la película, al menos el que acapara la atención antes del giro de la misma hacia el terror, remite a sus anteriores trabajos para Nolan, al construir un motivo que juega con los ascensos y descensos de cuerda para aportar calidez emocional al trauma vivido por la protagonista de la cinta. Adquiere un tono obsesivo cuando esta recuerda el accidente de tráfico en el hospital. El resto del trabajo se apoya sobre el empleo de la electrónica, bien aportando notas inconexas que generan tensión, bien asociando los consabidos golpes de efecto percusivos para los momentos donde emerge el horror, la sangre. Una inevitable tendencia al new age en forma de música ambiental sin emoción, y al minimalismo con un motivo de tres notas obsesivo asociado a los peligros de la cueva, son todo el bagaje de su desganado subrayado musical, antes que el tema central se adueñe de la pantalla con el falso desenlace final. Julyan acompaña la pesadilla en que se ven inmersas sus protagonistas traspasando ese sentimiento al público sin habilidad, otorgando a un insulso manejo de la electrónica su incapacidad para generar asfixia.
Fecha de estreno: 02-Sep-2005
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| Bewitched (Embrujada) 2005 Fenton, George
Durante ocho años (1964-1972), el angelical rostros de Elizabeth Montgomery y su rol como la divertida bruja Samantha fue todo un fenómeno social de la televisión, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. 40 años después, Nora Ephron, directora por excelencia del género romántico (Algo para Recodar, Tienes un E-Mail), decidió revisitar el fenómeno de "Embrujada", en un arriesgada e interesante propuesta en la que se nos presenta a un alter ego de Samantha que realmente existe y que por cosas del destino (elemento siempre presente en la obra de Ephron) es contratada para interpretar el personaje de la bruja en un nuevo remake televisivo de la serie. Ficción y realidad mezcladas en un disparatado juego de enredos y guiños para los fans de la serie, que por si fuera poco contaba con el aliciente de tener a toda una diva como Nicole Kidman poniendo rostro a Samantha, y al cómico Will Ferrell haciendo las veces de Darrin, el peculiar marido de la bruja. Todo ello sin olvidar, los siempre atrayentes nombres de dos clásicos de la gran pantalla que ahora se conforman con pequeños papeles que aumenten su palmares, pero que sobretodo "saneen" su cuenta bancaria, como son Michael Caine y Shirley McClaine. La mezcla de todos estos ingredientes que ya de por si, debería haber sido lo suficientemente efectiva para ganarse a público y crítica, al final termina quedándose en un nuevo bodrio, en un aburrido y torpe remake, en una absoluta perdida de tiempo. En una afrenta a los seguidores del producto original. En un nuevo recado para el mercado americano: Si las segundas partes nunca fueran buenas, los remakes son aún peores. Es lo que tiene tratar de repetir viejas fórmulas de éxito, con conjuros e ingredientes actuales. Ni el movimiento de nariz de Elizabeth Montgomery habría arreglado este desaguisado.
Cuando una película es tan decepcionante, al aficionado a la música de cine siempre le queda agarrarse a la partitura. No siempre surte efecto (a veces, hasta es contraproducente), pero con un pura sangre como George Fenton no cabía esperar otra cosa. Este es el tercer film en el que ambos coinciden, tras "Tienes un E-Mail" y "Lucky Numbers"; y la verdad es que sin duda es el único elemento que justifica el rodaje de este film. Fenton construye una estupenda partitura, de uso inteligente y racionado, que combina a la perfección fantásticos arreglos del mítico y necesario tema de "Embrujada" compuesto por Howard Greenfield y Jack Keller, con pasajes de creación propia donde potencia la ingenuidad, sensibilidad y belleza de Samantha, con otros donde la comedia es descrita con el habitual buen gusto de la escuela británica.
Sorprendentes, los pasajes de acción, donde la gran orquesta asume el rol de contraponer música seria con imágenes alocadas. Un efecto ya muy visto, pero que no siempre funciona. Aquí, sin duda apreciable en la secuencia en la que Darrin huye, totalmente desorientado, tras enterarse que Samantha es una bruja. Metales, percusiones y cromatismo sonoro son algunas de las atrayentes virtudes de esta pieza. Junto al score, nos encontramos una gran y variada selección de canciones que han tenido más suerte que el trabajo de Fenton, en cuanto a temas de edición se refiere. Así nos encontramos a Frank Sinatra con "Witchcraft", The Police con "Every Little Thing She Does is Magic", Talking Heads y su "And She Was", R.E.M y "Everybody Hurts", Ella Fitzgerald con "Ding Dong! The Witch Is Dead" y por supuesto Louis Armstrong que interpreta el clásico de los hermanos Sherman "'Bout Time", y un antológico dueto con Bing Crosby titulado "I Love You, Samantha". Esperemos que en un futuro no muy lejano, alguien se acuerde de esta ejemplar composición de George Fenton, que a día de hoy y si nadie lo remedia, es sin duda uno de los más sólidos y apreciables trabajos del año.
Fecha de estreno: 02-Sep-2005
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| Monster in-law (La madre del novio) 2005 Newman, David
“La madre del novio” es la prueba mas palpable de la nula capacidad para la dirección de Robert Luketic, autor de las infumables “Una rubia muy legal” y “El chico de tu vida”. Con un refrito de situaciones cómicas mas que manidas, la película se le va de las manos en todo momento convirtiéndose en una caricatura amable de los problemas que se derivan cuando la madre (Jane Fonda) de un niño bien, presentadora de televisión de éxito en el ocaso de su carrera, no acepta para su hijo el noviazgo con una don-nadie resuelta y simpática (Jennifer Lopez). El despido de aquella y los preparativos de la boda son las situaciones sobre las que gira la sucesión de gags que tienen como auténtico leitmotiv a Jane Fonda, lo mejor con diferencia del filme. Capaz de reírse de sí misma, es esta la que maneja las escenas. La cámara se mueve en función de ella, una muestra mas de la incapacidad de Luketic por otorgar al resto de personajes una mínima entidad (¿dónde ha dejado el ego la Lopez?). Sin embargo, gracias a ello, el espectador sale ganando, pues lo único de interés pasa por el histrionismo de la Fonda. Un filme amable sin mayor atractivo.
Una vez mas encontramos a David Newman enfrentado a una comedia. No es, por tanto, achacable al compositor una cierta reiteración de esquemas: tema central dulce y melancólico, silencios y música divertida para los momentos hilarantes. Lo interesante pasa por la profesionalidad con la que toma cada encargo. Incluso, en “La madre del novio” se vislumbra una elegancia fuera de lo común para enfrentarse a un género del que ya es un consumado especialista (lástima de encasillamiento). Así el tema principal es una agradable melodía para piano y cuerdas que emerge cuando la pareja se enamora y que tiene su rendición durante la boda final con una exposición grandilocuente. Junto a este, un motivo secundario pegadizo de ritmos sincopados y un tema ensoñador cuando la Lopez imagina al hombre de su vida aportan algo mas que los consabidos piziccatos a la cuerda habituales del cine de animación y de la comedia. La madre es presentada bajo redobles marciales, nada nuevo si la intención es introducirla como la luchadora e indeseable guardiana de la fortuna del hijo. Donde realmente Newman demuestra grandes dosis de talento es en la aplicación de varios temas con aires de jazz que utiliza de manera diegética, en reuniones y cenas, pero que traspasan la condición de música ambiental durante la presentación de la “cazafortunas” a la madre, un maravilloso tema donde la trompeta aporta una calidez no habitual en este tipo de productos. Un sólido trabajo mas allá de los tópicos a los que acompaña.
Fecha de estreno: 16-Sep-2005
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| Must love dogs (Y que le gusten los perros) 2005 Armstrong, Craig
El guionista y productor Gary David Golberg firma su segunda película tras realizar hace 16 años la almibarada “Dad”. Lo cierto es que tanta inactividad tras la cámara pasa factura en este “Y que le gusten los perros”, ejemplo del deplorable gusto por los títulos espanta-espectadores del que tanto gusta introducir el exhibidor español. Ni siquiera el guión demuestra la supuesta habilidad del director en este campo, pues se limita a dirigir rutinariamente una poco creíble historia de amor maduro entre dos divorciados que en el ocaso de sus treinta y tantos buscan pareja a través de internet. El flechazo y la atracción que Jake (John Cusack) siente por Sarah (Diane Lane) y la alocada búsqueda de pareja por parte de ésta se impone por Golberg de manera tramposa y desganada, aderezado por clichés y gags antes vistos que desvían el argumento hacia la comedia romántica.
El compositor Craig Armstrong es el encargado del subrayado musical de la cinta dentro de un género que ha transitado hace bien poco, con muy buenos resultados por cierto, en “Love actually”. Para ello Armstrong fusiona música acústica, con una pequeña formación donde sobresalen las guitarras, y orquesta. Por separado, Jake y Sarah, como almas solitarias en busca de una compañía casi impuesta por su círculo de amistades o por la familia, presentan temas sencillos y de predominante empleo acústico. Mientras Sarah es presentada desde una perspectiva dulce con la introducción de guitarra y flauta, a Jake se asocia una melodía mas vigorosa y country entre nerviosas y aceleradas notas a la guitarra. Pero el leitmotiv central emerge durante la búsqueda del amor, una delicada pieza para piano y cuerda que desemboca, una vez queda expuesto el amor que se sienten ambos, en una maravillosa pieza de gran romanticismo con notas agudas a la cuerda cuando la pareja se reencuentra. Junto a este fantástico tema, Armstrong acude a los toques de comedia con consabido empleo de piziccatos al bajo, scherzos inverosímiles y uso del silencio, pero siempre de manera elegante al introducir el piano en contraste. Un gran trabajo, tan convencional como el filme, resuelto con inusitada profesionalidad e inspiración para los tiempos que corren.
Fecha de estreno: 23-Sep-2005
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| Red eye (Vuelo nocturno) 2005 Beltrami, Marco
Tras la indolente “Cursed”, Wes Craven ataca de nuevo adentrándose en un género al que no nos tiene acostumbrados: el thriller. La directora de un hotel se enfrenta durante el vuelo que la lleva a casa a la difícil decisión de aceptar y participar indirectamente en el ataque terrorista contra uno de los huéspedes de su hotel, salvando a cambio la vida de su padre, virtualmente secuestrado, o solventar la situación por ella misma. Como es lógico la heroína da muestras de una gran fortaleza, mientras el filme deriva hacia el terror, en su lucha contra el psycho-killer que controla la operación desde el avión. Premisas interesantes que desencadenan hacia unos acontecimientos finales desproporcionados e irrisorios (¿porqué huye de la policía?), mostrando una resolución convencional y esquemática en una cinta que sorprende por su escasa duración (75 minutos) y por no explorar, en ningún momento, las motivaciones de tan mercenario encargo.
Tras la fallida colaboración y el abuso del temp track perpetrado en “Cursed”, Marco Beltrami demuestra mostrarse en plena forma en un género, el de acción, en el que ha demostrado con su anterior trabajo (“xXx 2”) una cierta personalidad con un innovador sonido tecno-orquestal. Su score para “Vuelo nocturno” se desmiembra sobre tres estructuras musicales diferenciadas: la tensión, el elemento romántico y la pura acción. En cuanto a la tensión, Beltrami acude a formas atonales entregadas especialmente a la cuerda con las que arranca el filme, presentando a los personajes sobre fondo de coro efectista. El suspense se apodera de la parte central de la película, desde el momento que Jackson, el malvado asesino, revela sus planes a Lisa (la heroína). Aquí Beltrami sorprende por sus texturas disonantes, mezclando las mismas con efectos y arpegios a la cuerda cuando la cinta gira hacia el terror, una vez que Jackson demuestra sus dotes de psicópata.
El elemento romántico se asocia al personaje de Lisa, un tema frágil y melancólico para piano y cuerda que se expone en la relación paterno-filial y que sirve para potenciar, por defecto, la fuerza interior del personaje una vez se encuentra expuesta a la cruel realidad que rompe los tiernos esquemas de su inocente apariencia. La introducción de solo de chelo a modo de réquiem cuando descubre los planes del psicópata supone la defunción de su fragilidad y el amanecer de su instinto de supervivencia.
Por último, es en los momentos de acción donde Beltrami demuestra una inusitada fuerza expresiva en su arrolladora mezcla de staccatos al metal, furioso empleo de cuerdas y descarnadas percusiones electrónicas. Todo el desarrollo final del filme, mezcla de acción y terror, desemboca en un tour de force orquestal en la tradición del realizado por Chris Young en su excelente “Murder at 1600”, hecho que demuestra la plena consolidación de Beltrami en la maquinaria comercial cinematográfica americana. ¿porqué Varese no ha editado sus últimos e interesantes encargos (“xXx2” y el que nos ocupa)?. Pregunta sin respuesta en la que sale perdiendo el aficionado.
Fecha de estreno: 23-Sep-2005
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| Fever pitch (Amor en juego) 2005 Armstrong, Craig
La tendencia de los hermanos Farrelly a ir desligándose de sus grotescos inicios, donde el humor fino no tenía cabida, no acaba por cuajar. Ni “Amor ciego” ni este “Amor en juego” logran traspasar la barrera de la comedia de situación para adentrarse en la vertiente romántica accediendo a los conflictos de pareja. Aquí, dos treintañeros inician una relación sólida hasta que la obsesión de él por el béisbol se convierte en un problema tan insalvable que pone en entredicho la propia relación por la dispar forma de ser de cada uno de ellos. Lo cierto es que son pocos los momentos dedicados al humor fácil y que la cinta se ve con relativo agrado dado la bondad de sus propuestas, pero ni la relación de los protagonistas se antoja creíble ni la chispa de los actores evita la falta de química entre ambos. Una comedia que pretende incidir sobre los problemas de pareja con humildad pero de manera insulsa y tontorrona, en gran medida porque sus protagonistas son el arquetipo, tan del gusto americano, de encefalograma plano.
Craig Armstrong repite en nuestras pantallas con otra comedia de tono romántico. Lo que en “Y que le gusten los perros” era intimismo, en “Amor en juego” se convierte en un auténtico festival melódico. Otro fantástico trabajo, con la dificultad de encontrarse encorsetado entre las innumerables canciones del filme, donde el compositor acude a muy diversas texturas musicales. Con predominio del empleo acústico (guitarra, batería, percusiones al sintetizador), desgrana una sucesión de temas melancólicos, alegres, festivos y épicos sorprendentes por su cantidad y por su agradable sonoridad. Ejemplos claros son el dulce canon inicial para cuerda que acompaña las escenas de los Red Sox, con la introducción de alegres compases rítmicos en su final; el tema de amor presentado para guitarra y cuerda que evoluciona hacia posturas aún mas románticas y gentiles; el primer encuentro de la temporada de béisbol resuelto con un melodía country con orquesta, o el partido final donde los amantes se reencuentran muy en la línea de las concepciones musicales para temática deportiva con su introducción de cuerda y trompas, no exento de toques cómicos. En fin, nada original pero deliciosamente entretenido. ¿Qué mas se puede pedir?.
Fecha de estreno: 23-Sep-2005
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