Hace apenas dos días que Gustavo Santaolalla ha logrado ganar, por segunda vez consecutiva, el Oscar. Cansado por la celebración y por el aluvión de entrevistas a las que ha sido sometido, Santaolalla parece flotar en una nube, consciente de ocupar un lugar en la historia de los Premios más importantes del cine mundial. Son las 10.20, hora de Los Ángeles, del 28 de Febrero y Gustavo atiende amablemente a los editores de Scoremagacine. Durante veinte minutos, tiempo pactado para la entrevista, observamos un músico seguro de sí mismo, directo y franco, muy equilibrado y sincero.
“Muchas gracias por vuestra felicitación. No lo esperaba y valoro muchísimo este premio”. Asumiendo las trabas a las que fue sometida su candidatura musical por “Babel”, su opinión sobre la suerte de la película en la gala recién terminada es clara y elocuente: “veo injusto el premio para “The Departed”, puesto que es un remake de una película ya existente. Teníamos muy claro que el premio al mejor director iría a manos de Scorssesse puesto que era una deuda de la Academia con este grandísimo cineasta, incluso que nuestras actrices de reparto se iban a dividir los votos, pero pensábamos que “Babel” podía alzarse con el premio a la Mejor Película. Para mí es una película de autor”.
“Babel” es el final de una trilogía, iniciada con “Amores perros” y “21 gramos”, sobre la globalización a través de vidas que se cruzan, incidiendo en temas como el de la incomunicación humana. Sobre este punto, Santaolalla nos asegura que “buscaba la conexión entre los tres filmes. Para mí la música no debe interrumpir nunca el relato cinematográfico sino ayudar a crear el clima que el director busca. En mi afán por experimentar encontré en la música electroacústica, en los osciladores de onda, un punto de conexión en esta ambientación unificadora. Recurrí a la experimentación electrónica de principios de siglo y estos mismos conceptos los extendí luego a “Babel”. En realidad, todas tienen texturas comunes que van mucho más allá de la instrumentación empleada”.
“En Babel convertí el oud en mi compañero de viaje. Este instrumento es el antepasado del laud y de la guitarra española, pero también está conectado con el koto japonés. Ahí tenemos la interconexión de las tres historias, de los tres países: Japón, Marruecos y México; de los tres sonidos. La clave era encontrar un concepto musical de carácter global y para ello diseñé sonidos que unificaran esas historias. Alejandro tuvo mucho que ver en la selección de canciones. Durante los días de rodaje en el set de México, escuchaba canciones de la zona, de grupos y bandas locales. Tex Mex, Cumbias, Mariachis que luego sincronizaba con las imágenes. Para él era como una traslación de los sentimientos de la tierra. En Japón le ocurrió lo mismo, en especial la vida nocturna de este pueblo”.
Nos continúa hablando de “Babel”: “El oud es un instrumento fascinante que interpreté de manera natural, al estar acostumbrado a tocar la guitarra. Pero una de las cosas con las que más disfruté en este filme, fue buscar la parte más sutil en el empleo de la música aplicada al cine, conseguir a través de ella que la gente se meta en un determinado momento de la trama adhiriéndose a ella; buscar, al fin y al cabo, que la música no se interponga entre el espectador y la historia. Hablé mucho tiempo con Iñarritu y sacamos conclusiones muy valiosas. Es un director al que aprecio mucho”.
Y es que Santaolalla quiso trabajar la música sobre el terreno, como a continuación nos confirma: “Babel” tiene también mucho de investigación musical sobre el terreno. Así durante mi estancia en Marruecos, grabamos a oriundos de la zona interpretando sus canciones tradicionales. Es aquí donde descubro la Gwana, un lenguaje espiritual, donde percusión y voz crean una atmósfera reflexiva que nos hipnotizó tanto a Alejandro como a mí”.
Nacido en El Palomar (Gran Buenos Aires) en 1952, Santaolalla simultanea tareas de productor musical con las de compositor y músico. “Son facetas muy diferentes que me permiten ser muy creativo. Todas ellas. Lo cierto es que soy muy afortunado por tener la posibilidad de dedicarme a la música desde muy distintas vertientes. Utilizando un símil futbolístico a mi no me importa adaptarme a cualquier posición en el campo. Puedo pasar de medio canchero, a definidor. Puedo jugar de volante por la izquierda o la derecha, o recular la defensa. Puedo lanzar penales o pararlos. Busco expresar mi creatividad siempre de maneras diferentes. En el fondo, disfruto tanto produciendo música de Molotov, Julieta Venegas, Café Tacuba, Juanes o de mi gran amigo español Antonio Carmona (Ketama), como tocando con mi grupo Bajofondo o componiendo para el cine con directores muy valiosos”.
Respecto a su metodología de trabajo aplicada al cine, Santaolalla nos asegura que le gusta “componer sobre el propio guión, puesto que es la historia la que me inspira. Para mí es muy importante conversar después con el director, saber la visión que tiene él de la función de la música”. Éste fue el método empleado en su acercamiento a “Brokeback mountain”, trabajo que le reportó su primer Oscar el año pasado: “Escribí la música teniendo en cuenta la relación con la historia y los personajes a través del guión, y sobre todo en mis conversaciones con Ang Lee. Escribí mucha música para esta película, pero era el director el que me guiaba en el camino a tomar. No hay nada mejor que trabajar con buenos directores y con historias que te inspiren y motiven. Lee es un director genial y muy sensible”.
A través de este filme, el compositor nos trasmite su lado más solidario: “El tema de la película produce controversia porque vivimos en una sociedad en la que existen muchos prejuicios. Llevo mucho tiempo trabajando en la industria de la música, reivindicando el rock latino, y he encontrado en ésta una vía alternativa donde creo que pueden denunciarse las injusticias sociales. Se puede ejercer una lucha desde lo artístico y a todos los niveles”.
Para Santaolalla es importante estar rodeado de un equipo en el que prime la amistad: “Mi relación con Anibal Kerpel se remonta a más de treinta años. Te diría que incluso cuando nos llaman por teléfono nos confunden a uno con el otro. Hemos tocado juntos en mis tiempos de Wet Picnic y en él confío ciegamente”. Las orquestaciones de cuerda de “Brokeback Mountain” y “North Country” corren a cargo de David Campbell: “Campbell es un grandísimo orquestador al que tengo un gran aprecio”.
Pero el interés del aficionado reside en conocer si Santaolalla piensa dar un paso adelante con la construcción de scores sinfónicos: “no me cabe la menor duda de que siento que ya he quemado una etapa, un estilo que ya he desarrollado con estas películas. Quiero experimentar otras cosas y mi próximo objetivo es construir scores más sinfónicos. Tengo proyectos muy interesantes en ese sentido”.
En este punto, Gustavo nos adelanta en exclusiva los ambiciosos proyectos en los que anda inmerso: “aparte de un nuevo disco de Bajofondo con colaboraciones de artistas muy interesantes como Norah Jones, para el cine voy a hacer varias cosas, todas ellas muy interesantes para mí a priori. Mi amigo, el actor y director Sean Penn me ha pedido que colabore en su nuevo proyecto “Into the wild”. Por otro lado, la directora danesa nominada al Oscar por Película de Habla no inglesa este año, Sussane Bier, me ha propuesto hacer la música de su próximo filme, esta vez en América, “Things We Lost in the Fire”, protagonizado por Halle Berry y Benicio del Toro”.
“Trabajaré además en el ambicioso nuevo proyecto del director Walter Salles con Francis Coppola de productor, “On the road”. Salles es muy buen amigo y gracias a él inicié esta racha de premios con el BAFTA por “Diarios de una motocicleta”, continúa comentándonos el compositor.
El tiempo se termina, pero antes le preguntamos por sus impresiones acerca del premio honorífico obtenido por Ennio Morricone en los últimos Oscar. “Fue increíble estar junto a Ennio. Me siento muy afortunado y se lo merece muchísimo. He tenido la suerte de coincidir con dos leyendas cuando he ganado un premio importante. Aquí con Morricone, en Londres cuando gané el BAFTA por “Motorcycle diaries” con John Barry, al que se le entregó un Lifetime Achievement Award durante aquella gala. Para mi son dos recuerdos imborrables”.
Santaolalla no es ajeno a la polémica que se ha generado, tras la concesión de su segundo Oscar consecutivo, pero más que los premios lo que valora es trabajar en un medio que le ofrece libertad absoluta para expresarse. Si encima, su trabajo es reconocido por la industria, ¿cómo no estar satisfecho?. El mundo del rock, de la producción musical, ha dado múltiples y variados talentos. Compositores que ofrecen fórmulas que suelen romper con los clichés establecidos, propuestas controvertidas y en ocasiones incomprendidas por ciertos sectores. Sólo el tiempo permite valorar en su justa medida la trascendencia e influencia del autor en su tiempo. Santaolalla es un triunfador. Sus cuarenta años en la durísima industria musical del rock lo avalan, arriesgando y rompiendo moldes. Trabajando para el cine apenas lleva siete, vinculados la mayoría de ellos a un cine llamado de autor, ajeno a alharacas y fuegos de artificio sinfónico, centrado en un concepto y desarrollo de ideas musicales que le son muy comunes (y que no olvidemos es lo que hasta ahora le ha demandado la industria). Desde aquí le deseamos toda la suerte posible en las nuevas metas a emprender. Difícil camino a recorrer en un ámbito donde el voraz aficionado alimenta con demasiada facilidad sus propios dioses y monstruos.
1-marzo-2007
|