La Postproducción
Frente a Holland Park, flanqueada por la ancha Notting Hill Gate y la angosta Lansdowne Road, la Lansdowne House se yergue siniestra y regia sobre una amplia arboleda. De arquitectura altiva y arrogante, el edificio forma parte del complejo de estudios de grabación C.T.S Lansdowne, famosos por albergar las recording sessions de la trilogía de “El señor de los anillos” (Shore), o hits de la talla de “The Mummy returns” (Silvestre), “Oliver Twist” (Portman) o “Shakespeare in love” (Warbeck).
Allí fue a parar el equipo español de “El camino de los ingleses” formado por el compositor Antonio Meliveo (“Solas”, “Plenilunio”, “Fugitivas”, “María querida”), Quety Pazos (producción musical), Salvador Alarcón “Bori” (ingeniero de grabación y mezclas), Irene Vinader (ayudante de grabación y mezclas) y José Villalobos “Villa” (asistente de Meliveo).
Entre los días 4 y 13 de Septiembre tenían lugar las sesiones de grabación y mezclas de una de las películas españolas mas esperadas de la temporada, la segunda incursión en la dirección (tras “Crazy in Alabama”) de nuestra estrella cinematográfica mas internacional: Antonio Banderas.
Como parte de la coproducción de Green Moon y Sogecine con la inglesa Future Films (que ha participado en películas españolas como “Manolete”, “Frágiles”, “Salvador” o “Miguel y William”), la sesión de mezclas de la película se trasladaba a los estudios de ésta en pleno Soho londinense entre los días 11 y 20 de Septiembre, con la presencia de Carlos Faruolo (toda una institución en lo referente al sonido) y Eladio Fernández (director de postproducción de Sogecine), entre otros.
El equipo se completaba con la figura de Antonio Banderas, que acompañado de su esposa Melanie Griffith, hacía acto de presencia el 9 de Septiembre para terminar de dar forma a “El camino de los ingleses”, antes de partir para Hollywood y reanudar su carrera de actor junto a Meg Ryan en “Homeland Security”.
Antonio asegura “haber afrontado un proyecto muy personal, hasta cierto punto autobiográfico. La acción trascurre en 1978, justo los años donde dejaba mi Málaga natal para iniciar mi aventura en Madrid. Antonio Soler (el autor de la novela) refleja bien esos años, con algunos elementos y situaciones que nos pasaron por aquel entonces”. Un proyecto personal que no dejará indiferente al espectador, pues “El Camino de los Ingleses” presenta una narración valiente y poética, salpicada de escenas oníricas que emergen del subconsciente de su personaje central: Miguelito Dávila (Alberto Amarilla). Una comedia de iniciación rociada por la tragedia, en la que unos chavales afrontan su paso a la edad adulta, el descubrimiento de la amistad y el sexo; y que promete entrar en la lucha por los Premios Goya que se entregarán al inicio del año que viene (la película se estrena el 1 de Diciembre). En ese punto, Banderas nos insiste: “para mi la película acaba el día 20. No sé si habrá reconocimientos o no, solo sé que es la película que quería hacer. Lo demás no me preocupa en absoluto. Yo me impongo mi propia libertad creativa. Como director, hago lo que me gusta hacer y para lograrlo necesito mi carrera de actor en Hollywood”.
La Música
El estudio 1 del Lansdowne es coqueto y acogedor. Bañado por paredes de azul turquesa, el pasillo conduce a una cómoda sala de estar donde tres carteles de la franquicia “El señor de los anillos” coronan un viejo piano. Allí tiene lugar la magia de los nervios y la incertidumbre. Antonio Meliveo da instrucciones a su equipo. Su rostro adivina cansancio por un proyecto que le ha tenido ocupado durante un largo período, repartido entre labores de producción y actividades puramente musicales. Como en la sala de un paritorio, Meliveo espera impaciente que su vástago alumbre. Cuida todos los detalles, es metódico en el proceder y exigente en los resultados. Pero Antonio necesita cierta distancia sobre una música que le acompaña a todas partes, unas notas de las que necesita alejarse para atreverse a mirarlas con otros ojos. Las duras sesiones de grabación han concluido y se promete que en las mezclas va a dejar trabajar a su equipo. Confía plenamente en él y asume el papel de observador que evalúa y moldea a su gusto el acabado presentado por el técnico. Libertad creativa de varios individuos que se cruza en un punto común.
Para “El camino de los ingleses”, Antonio Meliveo ha compatibilizado, como decimos, labores de productor y compositor. Trabajo de campo frente a cometido creativo. Dos facetas apasionantes sobre las que nos habla, en exclusiva, largo y tendido:
Lo primero que tenemos que preguntarte respecto a “El Camino de los Ingleses” afecta a tus labores en la producción. Acostumbrado a ser productor de Teatro, ¿encuentras muchas diferencias cuando trasladas esa faceta al universo cinematográfico?
Sí que las encuentro. En primer lugar he de decirte que como productor para el cine encuentro un mundo alrededor que podría calificar de casposo, especialmente en lo relativo al modus operando. He dejado hacer a profesionales pero estoy convencido que determinadas cosas se pueden hacer de otra manera. Se habla que el cine es una Gran Familia y que en el rodaje se establecen unos lazos entrañables, pero eso no deja de ser pura mítica. Como productor he intentado que todos los profesionales que han estado a mi cargo hayan tenido todo lo necesario para trabajar en buenas condiciones, con los mayores medios posibles dentro de lo que el presupuesto permite, lo que contribuye necesariamente en una mayor libertad creativa.
Me lo he pasado genial con la gente de Arte y me encanta toda la labor de pre-producción: la primera versión del guión, las discusiones, cómo Banderas me cuenta la película plano a plano con posiciones de cámara determinada…..
….la labor creativa, alejada de la parte económica que conlleva la Producción…..
Claro. Una vez que nos enfrentamos al rodaje, yo no disfruto. Es un verdadero caos para una persona como yo, acostumbrada al Teatro, donde controlo todas las disciplinas, desde la iluminación hasta los tiempos de entrada, el telón, la escenografía, la música…… y claro una película como ésta, tan grande, no te permite verlo como un todo.
¿Dónde habéis rodado “El camino de los Ingleses”?.
Una parte en Alicante, dos días en Londres para rodar algunos exteriores, donde desarrollamos el viaje de un personaje llamado Babirusa, y la mayoría en Málaga, yo diría que un 90% de la película.
Sin embargo la Postproducción si te es mas cercana…..
Me encanta. Me apasionan la Preproducción y la Postproducción. Te decía que el rodaje no es gratificante para un productor ejecutivo. Ahí te limitas a funciones que van desde reuniones con la Policía Municipal para cortes de Tráfico, horarios, catering, tensiones en la espera, o que todo el mundo se sienta a gusto y cuidado. Es un trabajo un tanto ingrato al que le he dedicado muchísimo esfuerzo…. Disfruté buscando localizaciones, aunque hubiera un equipo dedicado exclusivamente a ello, porque se hablaban de sitios que conocía, de historias que había vivido y era enfrentarme a mis recuerdos, situaciones que la novela de Antonio Soler me hacía recordar. Además Málaga es una ciudad que se renueva muy rápidamente, con lo que me enfrentaba a localizaciones que habían desaparecido. He hecho miles de fotos descubriendo rincones de Málaga que ni conocía.
He descubierto profesionales magníficos. Al director de Fotografía, Xavi [Giménez] y todo su equipo; al ayudante de dirección, Paco Periñán, un tipo para quitarse el sombrero, con una memoria prodigiosa……, pero insisto que el rodaje ha sido muy tedioso, con una lluvia pertinaz que yo no recordaba en Málaga, rodando escenas que trascurren en Agosto y que gracias a que la lluvia no marca en cámara, podíamos salvar. Los protagonistas han pasado un frío aterrador, tirándose al agua en determinadas escenas hasta el punto casi de la hipotermia……….bueno, supongo que en “Apocalyse now” o “Waterworld” lo pasaron peor (risas).
Vamos a hablar del filme. Detrás de la trama, ¿qué esconde “El camino de los ingleses”?.
La esencia de la película estriba en reflejar ese momento determinado de la vida donde, tras acabar los estudios, un joven decide cuál va a ser su futuro. La difícil experiencia de determinar a esa edad que quieres hacer con tu vida. Y en esos términos, hay unas determinadas personas como Banderas, Soler o yo, que decidimos, uno ser escritor, otro actor de cine y en mi caso también ser actor y dedicarme al teatro, decisiones vitales que en el caso de nuestro protagonista [Miguelito Dávila] se traslada a la poesía, él quiere ser poeta, algo absurdo e intangible. Ha tenido una experiencia traumática en un Hospital pero descubre, a través de su vecino de cama, la “Divina Comedia” de Dante e intuye que eso tiene que cambiar su vida, una vida condenada a seguir en el negocio familiar, a trabajar en una Ferretería. Se enfrenta a una ruptura con todo y ese es el verdadero germen del filme. De decisiones que condicionan tu vida para siempre.
Evidentemente la película cubre otros aspectos importantes. La amistad, la empatía, el hermanamiento en la distancia, sin la necesidad de convivir en el día a día: vidas que se alejan pero que mantienen el nexo afectivo. Es decir, lo que ha sido durante muchos años la amistad que hemos mantenido Banderas, Soler y yo.
¿Cómo ha sido colaborar con Banderas?, ¿es difícil tener un amigo que ejerce de jefe?
Sí es difícil, pero los tres Antonios [se refiere a Banderas, Soler y él] hemos asumido que debíamos ser profesionales y cual era la función de cada uno. (Se ríe abiertamente)….sí que era extraño porque Banderas era el director y yo el productor, pero al mismo tiempo él era el coproductor de la película con mayor participación. Muchas contradicciones en el orden de mando. Fue extraño pero muy gratificante.
Antonio [Banderas] es una persona muy vehemente, con mucho impulso….cuando el resto de coproductores veían que tomaba una decisión equivocada me venían a mi para que intentara convencerle. Yo siempre les paraba porque para Antonio nada cae en saco roto. Él reflexiona y asume lo que se le dice y a pesar de la vehemencia que pone en la defensa de sus ideas, suele recapacitar y estar muy abierto a sugerencias. Sobre todo en el montaje, todos hemos sugerido opiniones y con ello ha crecido la película. Banderas incluso se preocupaba de que los actores se vieran en cámara durante el rodaje y analizaran su propio trabajo, algo que no suele hacerse mucho. Parece que está prohibido que un actor pase por la sala de montaje durante el rodaje, pero Antonio debido a su faceta de actor, no cree en esos clisés y les ofrecía las tomas, incluso sin sonido. Siempre y desde el primer día.
¿Cuánto tiempo lleváis con el proyecto?
Mucho. Desde que decidimos que la hacíamos hasta este momento han podido pasar unos dos años. El rodaje comenzó antes de las Navidades pasadas. Hemos rodado mas de tres meses en Málaga y unos quince días en Alicante. Ha sido extenuante, pero sabía a lo que me enfrentaba. Cuando uno lee una novela y ve que gran parte de su vida está ahí y cómo se refleja en personajes que aparecen con otros nombres, es muy difícil trasladarlo a la labor del casting. Las caras están ahí y en algo tan cercano que es complicado elegir otros rostros, tiendes a que sean similares, lo que es un error, porque “El camino de los ingleses” no es una película histórica o que refleje al cien por cien hechos reales……todo es muy metafórico y lo que realmente necesitaba manifestar era ese estado de valentía en jóvenes que afrontan un cambio en su vida, de una manera decidida.
Te tienes que enfrentar a nombres que no tienen nada que ver con las caras de tu pasado y lo debes hacer cuanto antes. Como músico fue lo primero de lo que me conciencié: tenía que poner música a esos rostros, no a mis recuerdos. Al principio Antonio [Banderas] me decía que quería algo que sonara como la música que por aquel entonces nos gustaba a mi y a él, Clapton, los Genesis, Who…., pero yo le insistía que la película era otra y que la música no podía incidir en una época determinada, que debía ser universal porque lo que contábamos partía de un marco concreto temporal pero lo trascendía a cualquier otra época.
Siendo como eres un compositor muy ceñido a la imagen, a su ritmo, y conociendo a Antonio Soler, ¿esta vez la novela te ha dado claves del camino a seguir por la música, te han surgido ideas preconcebidas a la imagen?.
Las ideas preconcebidas que no te valen son las estéticas. El espíritu de la novela sí está en la película, con total seguridad. Con otro tratamiento y otra narrativa, aunque en este punto Banderas ha intentado ser muy fiel. Al hacer el guión, Antonio [Soler] ha respetado mucho la novela, su pulso enérgico. Los personajes no hablan demasiado. Soler es parco en palabras pero certero en su aplicación. Todo ello nos ha dado una película muy visual con mucho hueco para la música. Los actores jóvenes están magníficos, son la generación futura de nuestro cine. Juegan mucho con la mirada. Antonio [Banderas] me decía al inicio que no nos preocupáramos porque los actores no tuvieran excesivo diálogo, él contaría la historia con la cámara y yo le pondría el sentimiento.
De hecho Banderas se ha salido en este proyecto de los cauces narrativos convencionales. Una propuesta atrevida, por lo que nos habéis enseñado. ¿Estuvo siempre presente esa idea?
Mira, Banderas (decide hablar por apellidos para una mayor fluidez de la entrevista) me decía que sus trabajos en Hollywood le permitían comprar su libertad, no solo económica sino principalmente la creativa. De esta manera, él hace la película que él ve, la que quiere hacer sin cortapisas, sin pensar descaradamente en el público o buscando agradar a otros sectores. Quería hacer “El camino de los ingleses” como al final ha salido, sin preocuparse por su comercialidad o no. Ha reinterpretado la novela de Soler de una manera muy personal, utilizando sus referencias, la de sus autores favoritos. Ha concebido una película que asegura que nos dará frutos a la larga. Pretende que la película, se pueda adscribir en esa corriente llamada de culto. Yo sobre eso no puedo decir nada, sólo que me gustaría recuperar algo de lo invertido (risas).
Un trabajo, por tanto, muy personal.
Efectivamente. Yo diría que “El camino de los ingleses” es cine de autor. Para buscar hacer dinero tendríamos que haber imaginado una película muy diferente. Ten en cuenta que Banderas pierde mucho dinero por venirse a Málaga a dirigir una película, ya que deja de hacer dos o tres proyectos en América. Con cualquiera de ellas gana mas dinero que el presupuesto global de esta película.
¿Cuál ha sido el presupuesto final de “El camino de los Ingleses”?.
Hablamos de unos seis millones de euros. Banderas siempre nos decía: “si sobra dinero, a la pantalla, a la pantalla”. Puede parecer una inversión exagerada para este tipo de película, intimista, pero se ha cuidado todo al límite. Se podría haber hecho por menos dinero, pero te aseguro que no luciría igual. Te pongo un ejemplo. Iluminar una piscina de noche y que quede bien, requiere traer unos buzos de Alemania con unos focos especiales para que el agua tenga un precioso azul intenso. Al tener mucho de ensoñación, la película tiende a que el color, la textura sea distinta. Mi mujer me dice que la película huele a primavera, donde todo es muy intenso…..como cuando te enfrentas a un cuadro de Hooper. Una película que se siente, que está muy cuidada y con una factura impecable.
Hablemos de la música. ¿Te costó reflejar ese mundo interior de los personajes, esa ensoñación que invade a Miguelito Dávila?.
No. Yo ahí es donde me muevo como pez en el agua, son los temas que me gusta componer. Mi procedimiento de trabajo, normalmente, arranca con ver la película a solas, analizarla, plantearme una declaración de principios previa. Realizo alguna maqueta e incluyo temas a lo largo del filme. Si el director y yo estamos de acuerdo, tendremos película en un 80% de los casos, porque lo primero que hay que decidir es dónde ponemos la música y que definimos con ella.
Con “El camino de los ingleses”, al ser yo productor y estar involucrado desde el guión y presenciar montaje tras montaje, Banderas ha ido incluyendo lo que los americanos llaman temp track, por lo que mi procedimiento no ha sido el habitual. Con esos temas veíamos como debíamos encauzar la música. Si funcionaba el temp track con una escena determinada teníamos que resolver la música en ese camino. Aún así me he sentido muy creativo y con mucho espacio para aportar cosas distintas, que solo capturaran el ambiente deseado por la música provisional pero que me permitieran mucha flexibilidad. Capturaba el espíritu y lo hacía a mi manera. Simplemente me explicaba con ello que en determinada escena quería dar un toque sentimental, en otra que la música observara la acción desde la distancia, como un tren continuo que representa la vida, una vida que no se para ante el drama de los personajes. Y así, yo con mi musicalidad, mis melodías y mi sentimiento musical me acercaba a lo que él realmente quería.
¿Cómo has articulado la partitura?, ¿te has centrado en leitmotivs o has buscado mas, reflejar impresiones?. Antonio Banderas habla de que su película es muy impresionista…….
Sí que lo es. Yo me he dejado arrastrar por conceptos anímicos. Hay mucha ensoñación, lo que te permite mucha libertad creativa. La película es muy lírica y poética. Yo he construido bloques que representan un estado de ánimo, pero extraigo de los mismos, arreglos y líneas melódicas que luego articulo en otro momento y con otro contenido. De esta manera construyo leitmotivs que aparecen en otros sitios y de diferente manera, por lo que supongo que será un reto descubrir donde aparecen ciertas líneas melódicas reflejadas con anterioridad. Te reto a ello (risas). He hecho un batí burrillo de leitmotivs que se desplazan según la sonoridad de la escena lo requiere.
Yo creo que “El camino de los ingleses” posee tres importantes temas y me refiero en cuanto a su presencia en la película y alrededor de ellos ciertos ambientes oscuros recreados con la sonoridad, no con la melodía.
¿De que escena, musicalmente hablando, has quedado mas satisfecho?.
De la escena final, sin duda. Era un completo reto, no solo narrativo, sino desde el punto de vista de guión, montaje, como solución argumental. Empecé por esa escena, un bloque de doce minutos y doce segundos donde todas las tramas se resuelven. Era un bloque muy exigente porque es la conclusión de todo y además funciona como un punto y aparte. Una música que ya había aparecido antes, sugerida muy levemente y en otro ambiente, que derivaba hacia una idea musical propia del coolJazz.
Cuando la tuve acabada, Banderas me sugirió que le pusiera un redoble circense que representara el acto final, un punto y aparte que lleva al público a enfrentarse ante un final que no espera, donde la propia cadencia de las imágenes atrapen su atención. Este es el alma de la película. Recuerdo que Nacho Ruiz Capilla, al que le consultamos ciertas cosas del montaje, estuvo viendo la película por si consideraba que eran necesarios ciertos cambios y nos dijo que ese final era intocable, que el final era Banderas, una decisión de un director no sujeta a criterios comprensivos, libre y personal. Su toque…..No puedes quitar los crisantemos del cuadro de Van Gogh y sustituirlos por dalias (risas). La película, incluso, se convierte en una preparación para ese final. Arriesgado, pero es lo que queríamos hacer.
En términos generales, ¿estas contento del resultado final de la música?
Sí. Por lo que me dicen Soler y Banderas, la música acaba siendo un protagonista mas de la historia. Yo hago una lectura muy personal de la música de cine. El músico puede hacer cambiar el rumbo de una película, pero nadie va al cine a ver la última banda sonora de John Williams, van a ver a un actor y algunos a apreciar la labor del director. Sin embargo, la música está mas tiempo en pantalla que el propio protagonista, aportando todo nuestro impulso.
Es curioso, …..charlando con Banderas de cómo debía ser la música, yo le sugerí que teníamos que tender a ese tipo de películas de ambiente con una música que me gusta mucho, tipo “Traffic” de Martinez y sobre todo de “Crash” de Isham y Banderas me decía que estaba harto de películas de ambiente, que necesitaba melodías. Ya habíamos planteado el final un poco en ese sentido y tuve que zambullirme para crear la melodía del prólogo inicial, esa que acabas de ver y oír donde emerge la yali tambur, los chelos y el piano….y cuando conseguí la melodía que inicia el piano, Banderas se emocionó. Le encantó esa solución musical y con ello supe como debía funcionar el resto. Me decía: “eso es!!!!!!, sutil, sutil”…..
…es una melodía fantástica que prescindes de poner en primer plano, se sostiene sutilmente en forma de contrapunto…
Sí, en su concepto es minimalista. Quizás para un concepto puro del minimalismo se debería de mover menos, pero por cadencia sí, lo es…. Un cantabile muy lírico.
¿Qué tipo de instrumentación has empleado?
La que me ha dado la gana (risas). Me gusta indagar en instrumentos de otras culturas, fusionarlos con la orquesta sinfónica o el piano, que es mi instrumento natural. El descubrimiento de la yali tambur fue casual. Yo iba buscando un violín tocado con mucho arco, muy áspero, puesto que Banderas me había dado esas instrucciones con la música provisional. Empecé a buscar ese sonido entre los instrumentos de cuerda mas exóticos, acudiendo a librerías musicales. Éstas vienen ordenadas por países y áreas geográficas. Comencé con Marruecos hasta ir a parar a Turquía, a la yali tambur y me encantó su sonido. No era lo que buscaba pero aportaba otras cosas ya que las muestras que tenía eran muy dúctiles y expresivas. Era un instrumento que podía aplicarse a momentos líricos y por el contrario también a los mas duros y deprimentes. Además combinaba perfectamente con la orquesta de cuerda por lo que me ví atrapado en su sonido.
También empecé a buscar un sonido similar a la celesta, a una cajita de música, y me encontré con el kantele, un instrumento percutido de varillas de metal que tenía también un sonido exótico. Apliqué también cencerros tonales que aplicados con el vibráfono me sugerían un sonido especial, místico, que servía a la película por la importancia de “La divina comedia”, el cielo y el infierno.
Incluso hubo un corte demasiado oriental que pensé me iban a rechazar, tanto Gustavo [Ferrada] como Antonio [Banderas], pero les gustó. Una sonoridad propia de China o Japón. En el fondo, son elementos que también estaban en la novela y apelan a mi subconsciente, pues al personaje de Babirusa le llaman el chino y es aficionado al kung fu, incluso en la película las puestas de sol parecen japonesas (se ríe). Luché por esta pieza porque estaba muy contento con ella, incluso cuando Banderas se planteó que quizás estábamos haciendo una película un poco deprimente, le razoné que en esa escena el protagonista toca fondo y eso había que subrayarlo.
Antonio, ¿porqué grabar en Londres y cómo está siendo la experiencia?.
El motivo principal ha sido por la necesidad de coproducción con Future Films, quienes están especializados en la faceta de postproducción. Cuentan con Estudios y medios para la grabación y la mezcla final. Yo soy un poco escéptico a salir de mi entorno. Desde Málaga siempre he defendido, dentro de lo que mi nombre pueda significar allí en lo que yo llamo la “protoindustria” del cine andaluz, que tenemos que activar lo nuestro y dejar de pensar que todo lo bueno está fuera de allí. Las orquestas que hay en Andalucía son muy buenas: la Orquesta de Málaga, la Bética de Sevilla, la de Córdoba, están repletas de grandes músicos de la Europa del Este, que emigraron una vez cayó el Telón de Acero. Los mejores intérpretes de cuerda siempre se han asociado al Este de Europa, como los viento madera tienen mucha tradición en la Comunidad Valenciana.
Yo tenía una experiencia desagradable con el idioma cuando estuve en Bruselas [se refiere a las mezclas de “Fugitivas”] y otros compañeros de profesión también me avisaban, como Eva Gancedo, con experiencias en Praga y Bratislava donde las grabaciones son en serie. Puede que tengas suerte, pero no siempre ocurre. Es una lotería. Además en Praga no te dejan dirigir y a mi me gusta dirigir mis obras.
Por todas estas razones yo no me sentía muy seguro con Londres, pero llegó un momento que como productor tuve que asumirlo. Era un beneficio mayor para la película, aunque en el apartado musical los costes se duplicaran.
Quety Pazos, mi productora musical, me decía que no me preocupara, que aquí había músicos buenísimos y todo iba a ir genial, puesto que me aseguraba que íbamos a tener los mejores músicos. Con esas yo me puse a escribir música sin ningún tipo de contemplaciones (se ríe), sin pensar si eso era difícil de interpretar, pensando que al contar con lo mejor serían capaces de frasear cualquier nota. Pero he encontrado músicos de muy alto nivel y otros que quizás no hayan dado con el espíritu de la composición. También influye el modo de trabajar aquí, los días programados y el tener que cumplir fechas. No podía atrasarme en ningún punto y cuando he encontrado un músico que se ha atascado, he intentado sacar la grabación adelante como he podido. Como dice mi mezclador, “Bori”, cada día es mas difícil superar a las maquetas y a los proyectos de Estudio. Es peligrosa la perfección a la que tienden los instrumentos virtuales. Compones con un determinado timbre que no siempre puede interpretarse, en toda su amplitud de matices, con el tiempo del que disponemos para grabar…..
….es ocasiones se hace imprescindible una opinión objetiva, desde fuera….
Sin ninguna duda. Confío plenamente en mi equipo. A veces, los músicos, los técnicos o mis colaboradores te rescatan del tupido bosque donde te has metido. Alguien de fuera llega con una opinión fresca que te da confianza para seguir por un determinado camino. Hay ideas muy aprovechables que te rescatan de ese cierto perfeccionismo maniático que te atrapa. Una ejecución puede ser imperfecta pero también puede contar con otros ingredientes que la hacen atractiva y válida.
He tenido unas cuerdas magníficas, un trompeta y saxo espléndido, unas guitarras que han luchado hasta la muerte con un tema aparentemente sencillo, una constante en mi música,… una apariencia errónea puesto que los matices son muy especiales y si le quitas eso a mi música la dejas desnuda. Busco el menos es mas y muchas veces necesito una determinada nota y un acorde concreto, o en un conjunto de notas resaltar una sobre el resto. Ello no obsta para que me guste que los músicos aporten cosas a la partitura desde su ejecución. Soy de los que pienso que para resolver un problema puedes encontrar varias soluciones. No es que esté abierto a sugerencias, las exijo. Y esa es la mayor diferencia que he encontrado al grabar aquí. Los músicos no me han dado eso en Londres. Debido a lo ajustado de las sesiones, ellos toman una partitura y entienden que la tienen que ejecutar linealmente, sin salirse del guión, sin aportar matiz alguno, buscando la exactitud. Si hubiera contado con más tiempo, estos mismos músicos hubieran rendido un 200% más.
“El camino de los ingleses” ha sido un viaje extenuante. ¿Cómo te planteas el futuro?, ¿descanso o de nuevo en la brecha?.
Después de “El camino de los ingleses” no sé que ocurrirá. El reto aún no ha terminado. Tengo en cartera hacer una película con Antonio Hens [se refiere a “Clandestinos”], un director cuyos cortos siempre me han gustado. Creo que podemos hacer algo interesante juntos. También tengo previsto participar en documentales y dos piezas de teatro. Han tenido que aparcar esos proyectos para esperarme, pero no se si tendré suficiente tiempo, puesto que mi trabajo de productor en esta película no se termina aquí en Londres. Ahora tocan las premieres, los estrenos, la distribución.
¿Qué hay de cierto respecto a los ambiciosos proyectos que tiene en cartera Green Moon: la vida de Boabdil, Hernán Cortés…..?.
Es cierto que estamos estudiando esas posibilidades. Desde hace mucho tiempo, incluso antes de hacer ésta, teníamos el proyecto de “Málaga en llamas”, pero no coge el suficiente vuelo. Parece que está maldito pues existen puntos oscuros sobre a quién pertenecen realmente los derechos de la novela, si a Gerald Brennan o a su mujer. Luego aparecieron unos herederos en Londres y otros en París ……es un tema delicado. Pero no nos vamos a quedar parados.
Con respecto a Boabdil, sería un proyecto muy costoso pero en el que hemos hecho ciertos movimientos. Son proyectos que están ahí, pero a mi me apetecería hacer una película incluso mas pequeña que ésta. Un cine que hable de algo que me es cercano, con carácter, como “El camino de los ingleses”.
Llegados a este punto “Bori” irrumpe en la sala de estar. Las mezclas del prólogo inicial han concluido y Meliveo debe supervisar el resultado. Nos adentramos en el Estudio de grabación. La tenue luz asemeja una sala de cine. El proyector se cita con la liturgia de los 24 fotogramas por segundo. La imagen, desnuda de sonidos, emerge en la pantalla. Una cara, un quirófano, una bailarina, la “Divina Comedia”. La yali tambur inicia su quebrado y paradójico lamento, frágil y áspero. Entran los chelos, mientras una delicada melodía a piano dibuja pasajes volátiles. Una escena onírica que adquiere una nueva dimensión, mágica y evocadora. Cierro los ojos pensando como se origina el hechizo. La magia del cine vuelve a tener lugar y como siempre, reside en un elemento intangible: la música. Ese lenguaje con multitud de vocablos, tantos como personas que se ven, de una manera u otra, transportadas a diferentes mundos a través de sus acordes. Los abro y felicito a Antonio Meliveo por transportarme a uno nuevo, tan estremecedor y la vez, tan bello.
Los Créditos
Música compuesta, orquestada y dirigida por: Antonio Meliveo
Interpretada por: The Pro Arte Orchestra of London
Violines: Michael Davis (Concertino), Susan Briscoe, Michael Davis, Roger Garland, Joanna Godden, Jonathan Hill, Oliver Lewis, Ann Morfee, Matthew Scrivener, Celia Sheen, Sonia Slany, Richard Studt, Julian Tear, David Towse, Paul Willey
Violas: Louise Williams, Bill Hawkes, Katie Wilkinson, Levine Andrade
Cello: Tim Hugh, Caroline Dearnley, Andrea Hess
Contrabajo: Paul Morgan
Piano / Teclados: Antonio Meliveo.
Yali Tambur / Narc Tarhu / Tarhu: Ross Daly
Flautas (First Nation Cedar / Bansouri / Bambu): Andy Findon
Arpa: Skaila Kanga
Saxos (Bari / Alto): Jamie Talbot
Trompeta: John Barclay
Clarinete: Nick Bucknall
Guitarra (Steel / Nylon / Electric): Mitch Dalton
(Steel): John Parricelli
(Electric): Paul Keogh
Bajo eléctrico: Andy Pask
Contrabajo Jazz: Chris Laurence (Solo), Paul Morgan
Percusión: Paul Clarvis
Batería: Mike Smith
Estudio de grabación: Lansdowne Studios
Estudio de mezclas: Lansdowne Studios, Future Films
Estudio de maquetación: Línea Azul Estudios
Ingeniero de grabación, mezclas y master: Salvador Alarcón “Bori”
Asistencia a la dirección y copistería: José Villalobos
Técnico de sonido: Irene Vinader
Coordinación de producción musical: Queti Pazos
Mi mas sincero agradecimiento a Antonio Meliveo, Antonio Banderas, Quety Pazos, José Villalobos, Salvador Alarcón, Irene Vinader y Rosa García, por hacerme sentir parte del equipo.
9-octubre-2006
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